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Una mujer fotografía la plaza de Las Ventas. / Óscar Chamorro

La otra mirada de San Isidro

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Las caras de emoción, disgusto, sorpresa, angustia e impresión se entremezclan entre un grupo de adolescentes franceses que por unos días ha cambiado sus clases en el colegio Gabriel Hanotaux de San Quintín, en el norte de Francia, por el sol de la capital española. Su primera visita: la plaza de toros de Las Ventas. Los alumnos entran por la Puerta Grande con curiosidad, sabiendo que van a acercarse por primera vez al mundo de los toros "que tanto identifican con España", como explica su profesora, Carine Landrieux.

"Es mucho más bonito y peligroso de lo que me imaginaba". Dos adjetivos casi contrarios que Nicolás, de unos 14 años, utiliza para explicar sus sensaciones después de una hora visitando la plaza más grande de Europa y la más importante del mundo.

Aunque estos días se celebre la Feria de San Isidro en Madrid, son muchos los colegios que durante todo el año deciden llevar a sus alumnos a visitar la plaza, antes que a otros museos de la capital. "Siempre disfrutan y aprenden más en visitas de este tipo que viendo cuadros que normalmente no les hacen mucha ilusión", señala la profesora.

Su primera vez

Algunos no han visto nunca una corrida de toros, ni siquiera por la tele. El guía que les enseña todos los rincones de la plaza, Yoann Meurs, francés y taurino de nacimiento, asegura que muchos "hasta quitan la cara" cuando están viendo las imágenes de las cogidas. La sangre, el sudor y los gestos de sufrimiento de los toreros en el ruedo es lo que más impresiona a los extranjeros, según Meurs, además de los trajes de luces. "Para quien no ha visto nunca todo el ritual que hay detrás de cómo se viste un torero o cómo sale al ruedo, es muy sorprendente darse cuenta de que esto es mucho más que matar toros", explica Meurs.

Más de 75.000 personas visitaron la plaza el año pasado, el 90% de ellos extranjeros, según los datos de la empresa que gestiona los tours, Toroshopping. En esta visita, lo único que no ven los turistas son los toros en los corrales. Para ello deben hacer una cola diferente, casi seguro detrás de las decenas de aficionados que estas tres semanas de San Isidro se congregan día a día a las puertas de la plaza para asistir al apartado de los seis toros que saldrán al ruedo esa tarde.

Es al final del recorrido, junto a un toro disecado, cuando los alumnos comentan sorprendidos el gran tamaño del animal en la realidad. "Ahora se quedan con ganas de ver una corrida, aunque a muchos les impresionaría demasiado, creo yo", explica Landrieux. Y es que Francia es un país con una cultura de la tauromaquia muy diversa, mientras que en el sur hay grandes plazas de toros y cuenta con muchos aficionados, en el norte del país la mayoría no ha visto nunca un toro ni un torero. Por otro lado, es el primer país que protegió los toros jurídicamente y el primero que los declaró bien de interés cultural.