Salvar a los demás, un gran negocio para las librerías
Eparquio Delgado critica en 'Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!' estas obras con las que muchos divulgadores están «haciendo caja»
MADRID.Actualizado:«Cualquier problema que tengas en tu vida puedes resolverlo si confías en ti mismo». Ese tipo de frases son las que Eparquio Delgado critica en su obra 'Los libros de autoayuda ¡vaya timo!' (Laetoli), en la que sintetiza este fenómeno de forma directa y «aséptica». Según el autor, la autoayuda es un negocio que no busca vender soluciones sino que infunde esperanzas e ilusión de control. Eso produce un «alivio temporal» en las personas que provoca que no se traten de forma eficaz y con especialistas hasta mucho tiempo después.
«Me gustaría que desapareciera toda esta parafernalia de autoayuda y que aparecieran libros que realmente ayudaran a las personas», afirma el autor. Así, el psicólogo canario explica que todo comenzó cuando muchos de sus pacientes le preguntaban sobre la eficacia de algunos de estos libros «que todos conocemos y de los que vivimos rodeados».
Delgado señala que la autoayuda apareció en la segunda mitad del siglo XX con la obra de Thomas A. Harris 'Yo estoy bien, tú estás bien', con la que también nació el «gran negocio y el mercado de este tipo de libros». Delgado asegura que en este tipo de obras todo depende de cómo sentimos y cómo vemos las cosas. «Si hiciéramos caso, tendríamos que estar convencidos de que si pensamos en positivo y en que vamos a ganar dinero nos llegarán cheques a casa, algo que a todos a priori nos parece ridículo», explica el autor. Además, Delgado señaló que no hay pruebas de la eficacia terapéutica de estas obras. Y es que, según él, la felicidad es un mito porque no existe. El psicólogo dijo que nadie sabe si se trata de un sentimiento que cada uno tiene en su interior o si consiste en sentirse bien continuamente.
«Existe una gran medicalización de la vida, se toma como patología asuntos que antes considerábamos normales», asegura Delgado, quien lamentó que muchas veces los mayores enemigos de la psicología son los propios psicólogos.