Enrique Ponce, Juan José Padilla y El Fandi salen a hombros
'Guajiro', el segundo toro de la tarde, perteneciente a la ganadería Jandilla, resulta vencedor del concurso de Jerez
JEREZ.Actualizado:Tras un prolongado y ominoso paréntesis de años sin que la plaza de toros de Jerez acogiera su tradicional corrida concurso de ganaderías, esta temporada ha vuelto a celebrarse. Y lo ha hecho según dictan los cánones modernos de la tauromaquia: primero se cierra el acuerdo con los toreros y luego se va al campo a buscar unos toros que no molesten en exceso a los diestros contratados. De esta manera se pierde el objetivo fundamental que ha de perseguir este tipo de corridas, que no es otro que otorgarle el máximo protagonismo al toro y que toda la lidia gire en torno a calibrar su verdadera bravura.
La tarde de ayer la abrió 'Soldado', de 465 kilos, con el hierro de Zalduendo. Un negro zaíno, anovillado de presencia, que salió suelto de los capotes y que muy pronto pregonó su invalidez. Acudió dos veces al caballo, donde recibió dos leves picotazos tras breves segundos bajo el peto. En el último tercio se vivió un anodino trasteo con un toro que quiere seguir el engaño pero que sus fuerzas se lo impiden. Ponce, haciendo gala de una técnica y estética consumadas, le presentó la franela a media altura en todo momento y así consiguió ligar algunos muletazos que, aunque carentes de cualquier atisbo de enjundia y emoción, resultaron muy jaleados por el público. Tras pinchazo y estocada le fue concedida una oreja.
En segundo lugar se lidió 'Guajiro', negro zaíno de Jandilla, bien armado, que fue saludado por Juan José Padilla con dos largas cambiadas y verónicas ajustadas y afanosas. El toro se arrancó con buen tranco en los tres encuentros que tuvo con el del castoreño y el presidente, incomprensiblemente, cambió el tercio. Pues debió olvidarse de que se trataba de una corrida concurso ya que el de Jandilla había mostrado su intención de seguir en la pelea. Con escalofriantes estatuarios de vertiginoso ceñimiento inició el jerezano un trasteo en el que el toro dejo patente su condición encastada, noble y repetidora, pleno de transmisión en sus embestidas. Que humillaba incansable tras la franela que Padilla le mostraba. El jerezano aprovechó hasta el último conato de embestida que el astado le regaló, en una labor desigual, que fue de más a menos y en la que no consiguió el acople por el pitón izquierdo. De una gran estocada se deshizo de este bravo toro, al que se le concedió una vuelta al ruedo póstuma con todo merecimiento.
El tercero de la tarde fue un toro negro de Torrestrella, armado en delantero, que sería recibido con dos lances de hinojos por El Fandi, de los que salió suelto con estrépito. Tras protagonizar un lucido segundo tercio, el granadino se estrelló ante un animal que perdía fuelle a medida que avanzaba el trasteo.
En cuarto lugar se lidió un colorado, 'Ojo de perdiz', de Santiago Domecq, al que también se le concedió la vuelta al ruedo. Pero esta vez de forma inexplicable. Acometió sin codicia al capote de Padilla, mismo comportamiento que demostró en las dos varas que recibió, donde ya dejó clara su descastada condición. Toro noblón y sin transmitir emoción alguna que permitió al valenciano armar una faena pulcra, correcta, bajo la máxima del temple y la suavidad. En quinto lugar se jugó un colorado de Torrealta, que ya se paró en el capote de Padilla, proclamando prematuramente su invalidez. Peleó con cierto empuje en las dos varas que recibió y derribó con estrépito en su primer encuentro y sólo permitió a Padilla el lucimiento en el tercio de banderillas. El animal era un marmolillo con peligro que el jerezano despachó de gran volapié.
El último fue un negro zaíno de Feente Ymbro, descastado de condición, que aunque acudió tres veces al caballo, no completó, ni con mucho, una pelea de bravo. El Fandi puso todo de su parte para agradar al respetable, aspiración conseguida durante el segundo tercio, en el que dejó patente sus extraordinarias cualidades rehileteras en pares de ejecución poderosa y reunida.