Apuntes

La reaparición de la tragedia laboral

El suceso de Puerto Real pone fin a cinco meses en los que, oficialmente, no se ha producido ningún incidente grave en un puesto de trabajo

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Durante los años de pujanza de la construcción llegó a considerarse una plaga. Los accidentes laborales que costaban la vida de decenas de trabajadores cada año eran el resultado de una combinación explosiva. Baja formación, mucha prisa y una cantidad ingente de obras en marcha se aliaban para que las noticias de luto se convirtieran en algo familiar cuando se hablaba de proyectos de nuevos inmuebles.

Sin embargo, durante los últimos tres años la cifra no ha dejado de descender. Según los especialistas, ni siquiera es posible establecer si esa bajada es real, si hay motivos para la satisfacción o, sencillamente, los accidentes laborales han pasado a quedar ocultos en la zona oscura donde se encuentra la economía sumergida. No es que falten desgracias, es que no quedan contabilizadas oficialmente. Otra de las teorías es que la actividad ha bajado tanto en los sectores más susceptibles de sufrir graves sucesos, como la construcción y la gran industria, que se produce un lógico, matemático, descenso de los episodios de lesiones severas o fallecimiento.

Sea por una de las dos causas, o por la suma de ambas, lo cierto es que la provincia de Cádiz ha llegado a encadenar medio año sin ningún accidente laboral, lo que cabe calificar como un éxito, como un alivio. Pero ese respiro quedó bruscamente entrecortado ayer cuando un joven falleció por la explosión de un extintor y otro resultó herido grave. Esa tragedia que ha roto a una familia y mantiene en vilo a otra es lo bastante grave como para recordar que el enemigo de la inseguridad laboral sigue ahí, que la prevención, el rigor en la formación y los materiales, es el único remedio parcial, posible. Desgraciadamente, hoy toca volver a decirlo.