La incertidumbre de los sondeos lleva a Cameron a Escocia
El primer ministro británico se vuelca en la campaña del 'sí' para evitar una fuga de votos
LONDRES.Actualizado:David Cameron hace campaña en Escocia. Una visita de dos días del primer ministro británico a un territorio que en cuatro meses decidirá si se escinde de Reino Unido no requeriría explicación, pero durante meses los independentistas liderados por el ministro principal, Alex Salmond, han invitado a Cameron a que se implique más en la campaña, a debatir en la televisión, porque están convencidos de que les beneficia. El chiste político que explica ese convencimiento dice: «Hay más osos panda en Escocia que diputados escoceses en el Parlamento de Westminster». Es verdad. El zoo de Edimburgo tiene dos osos panda y el Partido Conservador tiene uno de los 59 escaños que las circunscripciones escocesas enviaron al Parlamento común en las elecciones generales de 2010.
Comentaristas conservadores anotan estos días una paradoja en las circunstancias de Cameron. Tras un largo tiempo de ventaja laborista en los sondeos sobre la intención de voto en unas elecciones generales, los conservadores están por delante en el último. La recuperación económica premia al Gobierno y la estrategia de austeridad de sus líderes parece reivindicada. Pero, en el semanario The Spectator, Ed West escribe: «El movimiento escocés por la independencia tiene menos que ver con una antigua nación étnica que con su identidad política más socialdemócrata. Les gusta creer que está más próxima a Escandinavia que a la gente del sur de Inglaterra. Por eso, el aumento en los sondeos de las cifras de los 'tories' es una mala noticia para la campaña del 'no'».
Otra paradoja. Un voto favorable a la independencia el 18 de septiembre sería un estrepitoso fracaso de la estrategia de Cameron de forzar una consulta basada en el 'sí' o el 'no', sin dar espacio a la tercera opción, más autonomía, que sería la más votada.
Se especulaba sobre su dimisión tras tal derrota pero Cameron ha dicho que no dimitiría. Los independentistas lo celebran. La única manera de evadir el poder conservador es romper la unión. En esas circunstancias, hay una división de papeles en el centro de decisión del Partido Conservador. El ministro de Hacienda y director de la campaña escocesa, George Osborne, es el policía malo, que se niega a compartir la libra y presenta un horizonte económico tenebroso a la Escocia independiente. Cameron es el policía bueno, que intenta persuadir mediante el afecto.
En todos los sondeos, la campaña del 'no' se percibe como más negativa. Cameron llegó ayer a Glasgow publicando un artículo en The Sun en el que dice que Escocia aporta el Gran a Gran Bretaña. Es un halago y un hecho. Gran Bretaña se formó como resultado de la unión de los dos reinos en 1707. Elogió después en una base militar los beneficios de mantener junta «esta exitosa familia de naciones».
Su papel como primer ministro, dijo, es «hablar bien de la unión», ser «constantemente positivo». Y, en un gesto que es peculiar de esta alianza de los grandes partidos pero también indica la debilidad ideológica del conservadurismo en Escocia, habló de una campaña de muchas voces, mencionando a Gordon Brown, y elogiando a John Smith, otro líder laborista escocés, fallecido en 1994.
Los sondeos publicados mantienen la victoria del 'no'. Al principio de este año, daban una ventaja de 63%-38%. Al principio de mayo, se había reducido a 56%-45%. Los últimos dan una mayor diferencia, 56%-44%. El promedio desde octubre de 2013 da 57%-43%. Sin embargo, casi todos los analistas dicen que el resultado será apretado y que la campaña del 'no' está en crisis.
Un problema estructural
Se dice que el laborista Alastair Darling será silenciosamente apartado del liderazgo de la campaña 'Mejor Juntos' y reemplazado por Douglas Alexander, un político tan carente de carisma como el primero y responsable de la catastrófica campaña de Gordon Brown en las elecciones de 2010. Es una filtración interesada que no proviene de conservadores o liberal-demócratas sino de los propios laboristas.
El resultado de la consulta sobre la independencia dependerá de los votos en circunscripciones que han sido bastiones del laborismo desde 1945. Pero el partido de la izquierda británica ha perdido terreno con respecto al Partido Nacional Escocés, está atravesado por batallas y rencores internos, no tiene dinero, sus diputados en Edimburgo carecen de la estatura de los que ocupan escaños en Westminster.
El Partido Laborista obtuvo buenos resultados en Escocia en medio de la debacle general de 2010, pero las organizaciones locales han sido diezmadas, no tiene militantes de base entusiasmados por esta campaña y los más comprometidos confiesan su incomodidad en un debate sobre independencia o unión, porque su causa primera no es nacionalista sino contra la política de austeridad de los conservadores.
Los salones donde se celebran debates están abarrotados de partidarios de la independencia, los laboristas son zarandeados verbalmente. Y, hasta que pasen las elecciones europeas, sus líderes, ahora preocupados por los sondeos británicos, se concentran en ellas. Cameron visita Escocia antes del largo verano en el que debe confiar en que el partido al que quiere marginar en la batalla general se reavive para salvar la unión.