«La madre y la hija alimentaron una vorágine obsesiva mutua contra Carrasco»
Montserrat y Triana intentaron asesinar en otras cinco ocasiones a la presidenta del PP de Léon Pasaron días enteros vigilando de forma «compulsiva» a su víctima a la puerta de su casa y del partido
MADRID.Actualizado:«Madre e hija alimentaron una vorágine obsesiva mutua contra Isabel Carrasco en la que la madre tenía la voz cantante». La frase es de uno de los mandos de la Policía que dirige la investigación sobre el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Unas pesquisas que casi se han dado por concluidas gracias el cariz de los acontecimientos en las últimas horas con la confesión autoinculpatoria de la madre, María Montserrat González Fernández, quien terminó por derrumbarse la noche del martes y confesó que ella apretó el gatillo.
Todo, aceptó ante los agentes, fue una «venganza» tramada durante años junto a su hija, Montserrat Triana Martínez González, por el «maltrato» que, a su modo de ver, la presidenta del PP leonés daba a su hija, tanto en el plano político como en el personal o laboral. Junto a la confesión, la entrega del arma homicida por parte de una policía local amiga íntima de la hija, y la aparición en la casa de Triana Martínez de elaborados planes y «seguimientos compulsivos» hacen que, por fin, las piezas de este rompecabezas empiecen a encajar.
Un puzle que se completó ayer con la puesta a disposición judicial de ambas como brevísima escala antes de entrar en prisión. El crimen, según ha explicado la asesina confesa a la Policía, tenía seis motivaciones fundamentales: estrechas relaciones personales durante años y ahora rotas; luchas intestinas en el PP leonés que alejaron a Triana Martínez de cualquier posibilidad de hacer carrera política; la frustración laboral por perder su puesto en la Diputación; años de litigios con esa institución a cuenta del dinero abonado irregularmente a Martínez; la depresión de la hija; y la delicada situación económica de una familia acostumbrada a un alto nivel de vida, que veía cómo el amplio ático de Triana en el centro de León estaba a punto de ser embargado. Madre e hija culpaban en exclusiva de todos estos males a Isabel Carrasco.
Según el relato de Montserrat González, la decisión de matar a la 'mano negra' de todas sus desgracias fue suya, pero compartida con su hija. Los planes para cometer el crimen comenzaron a tomar cuerpo a finales de 2011 o principios de 2012, cuando se convencieron de que Carrasco movía los hilos para dejar fuera definitivamente de la Diputación de León a Triana Martínez.
La ingeniera, que trabajaba de forma interina en esa institución provincial desde 2007, no fue capaz de ganar su propia plaza de técnico de Telecomunicaciones como fija, y convertirse en funcionario, en un concurso hecho a su medida que fue convocado en enero de 2010. Tras 14 meses de exámenes, en marzo de 2011 el puesto fue ganado por otro ingeniero, Javier C. M. y la hija quedó segunda entre 33 aspirantes. Javier C. M., poco después de tomar posesión el 6 abril, renunció para marcharse a otro destino. Martínez se creyó con derecho de esa plaza, pero la Presidencia de la Diputación, de quien dependía la cobertura del puesto, decidió dejar la plaza vacante y darla por amortizada. Madre e hija volvieron a ver los tejemanejes de Carrasco detrás de todo.
Sin dinero
Triana se quedaba sin su ansiado destino laboral de Grupo A1, pero también sin otras fuentes de ingreso porque, a pesar de las supuestas promesas, en las municipales de 2011 no formó parte de las listas para la alcaldía de Astorga. Ya en 2007 se había quedado a las puertas de ser concejal al ir como número siete en la lista y sacar los populares seis ediles. Para entonces, la amistad de años entre la familia del inspector jefe de Astorga y Carrasco se había transformado en agrias disputas personales, trufadas con luchas entre las distintas facciones del PP leonés.
Fue entonces, al quedarse a las puertas de la Diputación y del Ayuntamiento, apuntan los investigadores, cuando madre e hija empezaron a urdir su venganza. Una 'vendetta' que, según ha admitido en el interrogatorio Montserrat, tardó más de dos años en consumarse por falta de medios. Fue el tiempo que tardaron en comprar en el mercado negro sendas armas. Solo hace algo más de un año consiguieron su propósito. En una ciudad del norte de la península, según diversas fuentes de Asturias, compraron a un toxicómano ya fallecido dos armas cortas, un revólver del calibre 38 marca 'Taurus' modelo 32 HR Magnum, de fabricación brasileña, el que supuestamente se usó para matar a la política popular; y una pistola de calibre 7,75 milímetros. Ambas con la numeración borrada.
Con las armas en su poder comenzaron los seguimientos a Carrasco en los últimos meses. De acuerdo con el relato de la madre, ella misma y su hija se dedicaron durante días completos a vigilar los movimientos de la presidenta, que no tenía escolta. La madre se trasladó a vivir durante temporadas desde Astorga, donde residía junto a su marido en un piso oficial de la Policía, al ático de su hija en la calle Cruz Roja de la capital leonesa. En aquel domicilio, fueron acumulando datos, fotografías, contrastando salidas y entradas, y recopilando informaciones sobre la agenda de su víctima y reportajes de 'Interviú' sobre ella.
Horas al acecho
Unas «vigilancias compulsivas», según los investigadores, que destacan que madre e hija podían pasarse horas en las inmediaciones de la casa de Carrasco en el Paseo de Sagasta o en la sede del PP en el Paseo de Salamanca para calcular sus trayectos entre los dos inmuebles. Todos esos planos y documentos han sido encontrados en el registro del piso de Triana, en el que también se ha hallado la segunda pistola, la que no se usó, amén de medio kilo de marihuana y hachís, que le va a valer a la hija una imputación por tráfico de drogas.
Pero la fortuna se alió con Carrasco. En cinco ocasiones, confesó la asesina, ella y su hija salieron a matar a la presidenta, a la que siempre esperaban a la salida de su casa. Varias veces lo hicieron los lunes por la tarde porque sabían que su víctima solía pasarse por la sede del PP, al otro lado del río Bernesga. Pero no encontraban el momento. O iba acompañada o en coche oficial o era su novio quien la llevaba en moto. No fue así el lunes. Carrasco fue sola y a pie desde su domicilio al local de su partido para encontrarse con unos compañeros para ir juntos al mitin de Mariano Rajoy en Valladolid. El resto es historia sabida.