La historia del rock patrio contada por un romancero
Miguel Ríos presenta su autobiografía junto a Felipe Benítez Reyes y ante un público de seguidores que encontró carcajadas por sorpresa
CÁDIZ.Actualizado:Los admiradores de la fusión y la confusión, los adictos a la duda, los temerosos de la pureza, lo que quiera que eso sea, vivieron un leve prodigio anoche en la Feria del Libro de Cádiz. El pionero del rock nacional, célebre por arrimarse a Beethoven desde Granada fue explicado por un romancero, que siempre tiene algo entre rap satírico y flamenco, en la presentación de una autobiografía que da forma de texto a una existencia de música. Esta oda al mestizaje, medio improvisada y sin pretensiones, fue el resultado de la presentación en el Baluarte de la Candelaria de 'Cosas que siempre quise contarte' (Planeta) con la que Miguel Ríos, uno de los mayores iconos de la música popular en Andalucía durante el siglo XX, ha tratado de dar forma a su memoria, artística, personal y profesional. Fue posible porque todo, de Ludwig a Cañamaque o Chuck Berry, debe de ser palabra y ritmo.
El giro de contar con un romancero (de David Medina y Andrés Ramírez, brillantes), de glosar al protagonista a base de Carnaval ilegal y canalla, de narrar la peripecia rockera del niño de Granada cabe adjudicársela a Felipe Benítez Reyes, presentador de la obra en un salón atestado, que comenzó la ceremonia con carcajadas y gran ovación para no ya no perder la sonrisa. La que provoca siempre la melancolía. El propio novelista y poeta roteño se remontó a la música de la base militar para explicar al cantante pero,el mejor halago, por ser de quien era, consistió en afirmar que «en un tiempo de memorias semifalsas, dictadas, esta autobiografía del 'César del rock&rollo español' tiene oralidad, naturalidad, está ordenada casi como una novela, es un relato honrado y, sobre todo, bien escrito que supone una foto de varias épocas».
El propio Miguel Ríos definió esta vida escrita con un peculiar hilo conductor. Aseguró que la autobiografía la escribió con el pudor de querer que «gustara a los escritores y poetas que conozco, que no me miraran mal, con la intención de que la literatura saliera lo mejor parada posible». Del mismo modo, su carrera la inició con la esperanza «de hacer un disco que me hiciera alguien importante en mi barrio, no miraba más allá». Pero tras aquel disco vinieron millones vendidos, «una noria» de éxitos asombrosos y fracasos económicos, una ruta por mil carreteras, descrita en un volumen biográfico y que ayer hizo escala, con su anecdotario, en un castillo de una vieja ciudad de mar.