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Militares prorrusos hacen guardia mientras los votantes independentistas celebran los resultados de la consulta. :: VALENTYN OGIRENKO / REUTERS
MUNDO

Donetsk y Lugansk llaman a la puerta de la Federación Rusa

El expresidente Víctor Yanukóvich reaparece para decir que la consulta «es un punto de no retorno» y culpa a Kiev de la situación

MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL
SLAVIANSK.Actualizado:

Los líderes separatistas de Donetsk y Lugansk esperaron a conocer los datos 'oficiales' del referéndum de autodeterminación para dar un paso que era un secreto a voces, pero que no habían formulado hasta ahora de manera formal, pedir a Moscú la adhesión como nuevos entes de la Federación Rusa. Lugansk, con un 98% a favor del 'sí', lo hizo por la mañana, y Donetsk, 87,09%, por la tarde en una rueda de prensa en la que el autoproclamado gobernador rebelde, Denis Pushilin, aseguró que «el pueblo de Donetsk siempre ha formado parte del mundo ruso. Para nosotros, la historia de Rusia es nuestra historia».

Como ocurrió en Crimea, la pelota está en el tejado del Kremlin, que hasta el momento se ha limitado a reconocer el resultado de la consulta y pedir el diálogo nacional entre ucranianos como solución a la crisis. Falta escuchar la voz de Vladímir Putin, el auténtico hombre fuerte de esta crisis. Quien reapareció en escena fue el expresidente ucraniano, Víctor Yanukovich, natural de Donetsk, que desde su refugio en Rusia dijo que la consulta supone «un punto de no retorno» y culpó a Kiev de la actual situación.

La petición de adhesión a Rusia eclipsó la primera jornada de vida de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, cuyas autoridades adelantaron que en estos territorios no se celebrarán las elecciones presidenciales de Ucrania previstas para el día 25. Los nuevos mandatarios trabajan contra el reloj en la «creación de nuevos entes políticos y militares», según Pushilin, y se enfrentan a la ofensiva del Ejército de Ucrania y la Guardia Nacional, cuyos efectivos mantienen el despliegue en la zona pese a ser considerados «fuerzas de ocupación».

Los anuncios oficiales contrastan con los nervios, rumores y dudas sobre el terreno. El único lugar que realmente controlan los milicianos prorrusos es Slaviansk, ciudad de 120.000 habitantes situada al norte de Donetsk. Mientras en la capital daban los datos finales, en el ayuntamiento seguían esperando las urnas de los pueblos vecinos para contar las papeletas. El cerco del Ejército impedía su llegada, pero Víctor, que se presenta como «oficial de la Milicia Popular de Donetsk», aseguraba que «el proceso no ha sido todo lo regular que podía ser dadas las circunstancias, pero lo importante es el mensaje del pueblo. Sabemos que está a favor de la independencia y eso nos da legitimidad para seguir con la lucha».

Fuera de Slaviansk la presencia de los separatistas se reduce a una docena de edificios ocupados, sus bases de operaciones desde las que han conseguido movilizar a millones de votantes a favor de la independencia frente a la incapacidad de Kiev de controlar la situación. Cada día que pasa llegan nuevos milicianos al cuartel general de Slaviansk, pero reconocen que de momento no tienen suficientes efectivos para desplegarse por la provincia y por eso permanecen atrincherados entre las barricadas que blindan el centro de una ciudad donde se producen choques diarios.

Condena inútil

El Gobierno provisional no tardó en reaccionar y el presidente interino, Aleksander Turchinov, emitió un comunicado en el que señaló que «estos proceso están inspirados por la Federación de Rusia y son destructivos para las economías de las regiones de Donetsk y Lugansk, amenazan las vidas y el bienestar de las ciudadanos y tienen el objetivo de desestabilizar Ucrania, impedir las elecciones presidenciales y derrocar a las autoridades de Kiev». Turchinov fue más allá y adelantó que «esta farsa propagandística no tendrá ninguna consecuencia jurídica, salvo la responsabilidad penal para sus organizadores». Una amenaza repetida en las últimas semanas pero que, como las condenas de la comunidad internacional, no tiene efectos prácticos.

Lo que no explicó el presidente interino es cómo piensa retomar el control de la situación en las dos provincias y, sobre todo, cómo piensa evitar que el furor separatista se extienda al resto de las zonas rusófonas del sur y este del país, a lo largo de esa histórica región de 'Nueva Rusia' que reivindican los activistas prorrusos. Hasta el momento el papel de Kiev se limita a una «ofensiva antiterrorista» que, según declaraciones de los insurgentes a medios rusos, ha costado la vida a 49 personas y ha causado 245 heridos desde su inicio el 13 de marzo. El uso de la violencia no ha hecho más que enfurecer a esta parte del país que ha dado la espalda al Gobierno central para seguir los pasos de Crimea.