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El coleccionista de arte Cornelius Gurlitt. :: R. C.
Sociedad

El tesoro nazi se queda sin dueño

Muere el coleccionista alemán que atesoraba obras maestras robadas durante la II Guerra Mundial sin aclararse el futuro de las piezas

JUAN CARLOS BARRENA CORRESPONSAL
BERLÍN.Actualizado:

El hasta hace poco desconocido y anónimo coleccionista alemán de grandes maestros del modernismo Cornelius Gurlitt falleció ayer a los 81 años en su vivienda de Múnich, aunque no entre las obras de arte de Picasso, Chagall, Nolde o Matisse que tanto apreciaba, sino acompañado únicamente por su médico y un enfermero, que le atendían tras una operación de corazón de la que finalmente no logró recuperarse.

«En mi vida no he querido mas que a mis cuadros», dijo Gurlitt en la única entrevista concedida después de que en febrero de 2012 la Policía descubriera en su piso de la capital bávara 1.280 obras de valor incalculable, que se consideraban desaparecidas o destruidas desde la II Guerra Mundial. El anciano vivió hasta entonces como un eremita dedicado a custodiar y admirar en solitario la colección que su padre, el marchante de arte Hildebrand Gurlitt, había acumulado durante el nazismo y los primeros años de la posguerra.

Desde que las autoridades alemanas confiscaran su colección, aunque recientemente habían anunciado que le sería devuelta en su mayor parte, la salud de Gurlitt había empeorado y su delicado corazón necesitó poco después de Navidad de una operación de bypass. Tras superar el postoperatorio regresó a su casa, donde estuvo atendido permanentemente por dos enfermeras y el médico. «Con la muerte de Cornelius Gurlitt acaban tanto el procedimiento de tutela como las investigaciones en su contra», señala un comunicado de sus abogados para anunciar el óbito.

Gurlitt había llegado a un acuerdo con los gobiernos de Alemania y Baviera para que su colección fuera analizada por expertos y devolver a sus propietarios o los herederos de estos últimos aquellas obras que hubiesen sido expoliadas por el nazismo. Del tesoro artístico que acumulaba el discreto anciano se calcula que hasta 500 piezas pueden tener un origen dudoso. Aunque el acuerdo contemplaba también la devolución a su propietario de la colección, actualmente en un depósito secreto, el agravamiento de su salud no permitió disfrutar de nuevo de las valiosas obras.

Además de los cuadros de Múnich, Gurlitt guardaba en una casa de Salzburgo (Austria) otras 280 obras maestras, aunque estas no fueron incautadas por las autoridades, sino custodiadas sus abogados. Según declararon los miembros del equipo de expertos que analizan la colección aseguran que el día que se hagan públicas todas las piezas habrá que reescribir mas de una biografía y revisar mas de un compendio sobre el modernismo.

La incógnita ahora es saber cuál será el futuro de la colección, que algunos tasan en 1.000 millones de euros. Benita Gurlitt, su única hermana, murió en 2012 sin descendencia y su marido, un hombre también que pasa de los 80, ha reconocido que su relación con el coleccionista solitario fue siempre muy distante.