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Mujeres tocadas con el pañuelo islámico pasean por una calle de Berlín. :: TOBIAS SCHWARZ/ REUTERS
MUNDO

Hooligans alemanes se unen para atacar a grupos salafistas

Un foro clandestino en internet sirve a los aficionados neonazis de varios equipos de fútbol para coordinar sus acciones

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El movimiento neonazi ha conseguido seducir a los grupos más ultras de los aficionados futbolísticos germanos, que han decidido unir fuerzas para combatir violentamente al islamismo radical y especialmente a los grupos salafistas. La actuación coordinada de ultras de distintos equipos, que se odian entre sí y habitualmente sólo contactan para acordar peleas masivas con motivo de los partidos, era algo impensable hasta ahora en Alemania, donde repentinamente ha surgido una meta política para fusionar intereses.

La edición digital del semanario 'Der Spiegel' revelaba ayer la existencia de un foro clandestino en internet con el título 'Porque los alemanes aún nos atrevemos' en el que participan activamente unos 300 hooligans de todo el país para coordinar acciones de tinte ultraderechista. «Todos los que tienen una actitud sana contra esa chuma son bienvenidos. No se trata de defender los colores de los equipos. Sólo juntos seremos fuertes», reza uno de los llamamientos de sus miembros, que han encontrado en el alemán converso al islam y líder salafista Pierre Vogel el blanco ideal de sus acciones.

«En vez de darnos permanentemente porrazos, lo que no deja de ser divertido, debemos unirnos para defender los intereses de Alemania», dice otro de los participantes anónimos en el foro, al que se han sumado hooligans, entre otros, de Moenchengladbach, Fráncfort, Kaiserslautern, Dortmund, Stuttgart o Nuremberg. Aunque el movimiento parece incipiente, la Policía ha registrado ya al menos dos acciones conjuntas de carácter político protagonizadas por ultras futbolísticos de distintos equipos que se habían coordinado a través de internet.

Misma meta

En febrero los agentes que acudieron en Moenchengladbach a controlar un acto público de Pierre Vogel, alias Abu Hamza, se vieron sorprendidos ante el hecho de que la mayoría de los asistentes a una manifestación de protesta contra el predicador salafista eran ultras conocidos por su violencia en los estadios de fútbol. Este mes de abril, unos 200 hooligans de Mannheim, Stuttgart y Kaiserlautern se unieron en la primera de las tres ciudades para tratar de impedir otro acto del polémico alemán converso.

Cinco policías resultaron heridos en la acción para impedir un enfrentamiento directo entre salafistas y ultras. «Fue un encuentro muy bien organizado de hooligans del suroeste de Alemania, unidos como hermanos con una misma meta. La política resulta ser ahora más importante que la larga enemistad entre Mannheim y Kaiserslautern», señaló un portavoz policial.

Aunque asegura rechazar la violencia y defender la difusión pacífica del islam, Pierre Vogel, de 35 años, es considerado uno de los predicadores musulmanes más influyentes de Alemania, sobre todo entre gente joven. Fundador de la ya prohibida organización salafista Invitación al Paraíso, sus actos públicos culminan siempre con ceremonias de conversión de jóvenes alemanes al islam. Con motivo de la muerte de Osama Bin Laden quiso celebrar en Fráncfort unos funerales públicos, que fueron prohibidos por las autoridades.

En el foro de ultras futbolísticos se subraya que su objetivo prioritario es la lucha contra la islamización de Alemania. «Resulta muy positivo que nos encontremos gentes de todas las capas sociales y todos los movimientos. Se trata de algo más elevado que todas las vanidades. Tras más de 30 años de hooliganismo y profundas enemistades buscamos los mismos ideales y metas», subraya uno de los participantes.

Sin embargo, tratan de evitar toda manifestación clara de ultraderechismo o el uso de expresiones que puedan recordar al nazismo. «Si queremos recuperar la calle, hay que seguir el esquema de que 'partimos del pueblo y actuamos para el pueblo'. Hay que hacer que las abuelas nos adoren», dice otro miembro del foro, que ha escogido cuidadosamente a su enemigo en la figura de los salafistas, consciente de que no hay que ser necesariamente de ultraderecha para temer un aumento de la influencia de los fundamentalistas islámicos en Alemania.