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Un pueblo con el corazón partido
La soberanista Asamblea Nacional Catalana y la constitucionalista Societat Civil Catalana encarnan la división en dos de la ciudadanía
BARCELONA. Actualizado: GuardarEl desafío independentista catalán entrará en su fase decisiva tras las elecciones europeas. Marcado por el choque de legitimidades, los partidos independentistas creen que Cataluña es soberana para poder decidir su futuro, frente a la opinión de PP, PSOE, UPyD y Ciutadans, que niegan esta posibilidad. La fuerza de la sociedad civil es otra de las características del momento que vive Cataluña. Destacan dos entidades, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), motor movilizador de las grandes manifestaciones independentistas, y la recién creada Societat Civil Catalana (SCC), que quiere dar voz a la «mayoría silenciosa» que no quiere la separación. Ambas son un ejemplo de la cada vez mayor polarización del debate en Cataluña. Comparten métodos, el de la movilización social, pero discrepan en todo lo demás.
Empezando por el diagnóstico que hacen de la realidad sociológica catalana. Jaume Marfany, vicepresidente de la ANC, no tiene dudas. «Dos tercios de los diputados del Parlamento catalán impulsan una consulta, en la que queremos obtener una mayoría incontestable», afirma. Considera que el soberanismo podría obtener más del 55% de síes en un referéndum.
José Rosiñol, presidente de SCC, no cree en cambio que el sentimiento mayoritario en Cataluña esté a favor del soberanismo. «Asistimos a un fenómeno que podemos calificar como espiral del silencio. Los nacionalistas aparentan ser una inmensa mayoría, con lo que consiguen que los que piensan diferente se sientan cada vez incómodos y más dispuestos a ocultar su opinión o a modificarla. Damos voz a una gran mayoría de catalanes que quiere mantener la convivencia con el resto de los españoles, y que quiere que los problemas se resuelvan con diálogo y respetando la legalidad», afirma Rosiñol. «Pero nunca le diría al presidente (Artur) Mas lo que tiene que hacer», matiza.
Ahí marca distancias siderales con el proceder de la ANC, que desde el primer día vigila de cerca a Mas y Oriol Junqueras y hasta les diseña una hoja de ruta que fija la declaración de independencia para el 23 de abril de 2015. La consulta y la independencia son «irrenunciables» para la Asamblea, que advierte a Mas de que «no aceptará» que se dilate el proceso. «Si no hay referéndum, tiene que convocar elecciones antes de la primavera», afirma Marfany. «No aceptaremos que la legislatura se prolongue hasta 2016. Nos opondremos y usaremos nuestras armas que son las movilizaciones para evitarlo», avisa. Desde la ANC, en cualquier caso, a día de hoy «confían» al 100% en Mas, no tanto en CiU. «Tiene claro el rumbo, está decidido con la consulta y el proceso va bien a pesar de las dificultades», señala el vicepresidente de la Asamblea.
Desde la SCC lo ven diametralmente distinto: «El proyecto independentista está condenado al fracaso. Lo que nos preocupa es hasta dónde están dispuestos a llevarlo quienes lo lideran porque eso determinará qué costes comportará para la sociedad y la economía catalana, y qué cicatrices dejará». Rosiñol añade que el proceso tiene que acabar según «marcan la ley y el estado de derecho», y quien ha impulsado esta propuesta deberá «gestionar la frustración». Societat Civil Catalana entiende que la consulta en los términos en los que se ha anunciado «no parece posible». Aunque no es descartable, a su juicio, que los grupos independentistas organicen algún tipo de votación como las que hubo hace un par de años en cientos de municipios. «A los que están a favor de la convivencia con el resto de españoles, les pedimos que pierdan el miedo a manifestar su opinión y a participar políticamente», apunta.
¿Hay crispación?
Como entidades sociales discrepan también a la hora de analizar cómo está la temperatura en la sociedad catalana. «De ninguna manera hay crispación», afirma el vicepresidente de la ANC. «La hay, los casos acaecidos (recuerda las agresiones a Pere Navarro y Jorge Fernández Díaz y asaltos a sedes de partidos) no son hechos aislados», asegura el presidente de SCC.
«Es lamentable que se quiera aprovechar hechos puntuales para tratar de combatir nuestro discurso de que el proceso es democrático y pacífico; se quiere ver una confrontación, pero es mentira que los catalanes estemos divididos», añade Marfany. «Y decir que hay familias que no se han podido reunir en Navidad para no tener broncas políticas me parece lamentable», apostilla. Rosiñol, como denunció el ministro del Interior en su día, señala sin embargo que conoce casos y muy cercanos. «Podemos llegar a la fractura social», advierte. «Si viera que el proceso puede crear una confrontación violenta, sería el primero en abandonar este camino, lo primero es la democracia y la convivencia», remata el representante de la Asamblea Nacional Catalana.