Torreones, torres y fanales
Actualizado:Un torreón fue lo primero que se erigiera sobre el atolón arenoso que, ubicado en los arrabales de la urbe de 1.588, se adentraba en la bahía por su parte más angosta y que ya aparecía dibujado en las cartas náuticas de los más avezados navegantes de la época. Una atalaya a la manera de las que se repartían por el litoral atlántico para otear el paso de los túnidos, pero que aquí contaba con la útil misión de alertar sobre la presencia de velas corsarias. Era tal la frecuencia de las intentonas invasoras que hubo de artillarse la torre vigía para dotarla de cierta capacidad disuasoria. Y así, hasta culminar construyendo sobre la misma un fuerte que no mucho más tarde acabaría mutándose en fortaleza con baluartes hacia los frentes de bahía y del camino del arrecife.
Superado el interés logístico del lugar, el estrecho de Puntales se presenta como el espacio idóneo para la instalación de dos gigantescas torretas, capaces de transportar la electricidad al resto de poblaciones de la bahía y provincia. La colosal obra de ingeniería, catalogada en la actualidad como BIC, se ejecuta bajo la dirección de Nero Scala entre los años 57 al 60 del pasado siglo y, en lo que afecta a Puntales, se lleva cabo a costa de demoler parte de las murallas del castillo de San Lorenzo. Con el tiempo las torres consiguieron integrarse con amabilidad en el paisaje urbano del entorno y aportar identidad a los vecinos de un barrio que, habituados a vivir bajo una de ellas, la consideran, junto al castillo, casi como su emblema corporativo. Algunos residentes atesoran vivencias vinculadas con su participación en las obras, las temerarias competiciones infantiles para trepar a lo más alto a través de las escaleras interiores y, porque no, del día en que Marisol promocionó su carrera artística desde la cruceta. Julio Malo y Fernando Santiago preparan una publicación conjunta sobre tan singulares estructuras.
La rotonda más próxima al nuevo paseo marítimo, acoge desde hace unos días una construcción piramidal y escalonada que pretende emular los fanales o faros que incorporaran a la navegación quienes, procedentes de la mítica Tiro, poblaron nuestras costas. Este, al parecer, está inspirado en los dibujos realizados quién sabe, si por Valentín, el fenicio que apareció en el yacimiento del Cómico.
El paseo de la bahía nos regala la inédita visión del noble castillo en que devino el primigenio torreón; los espectaculares contraluces de las torres cada amanecer y de las aguas que propiciaran la frenética actividad comercial en la remota Gadir. No estaría demás, la instalación de algún tipo de soporte informativo que cautive la atención del viandante.