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Íñigo Urkullu y Artur Mas posan el jueves a la puerta del palacio de Ajuria Enea. :: EFE
ESPAÑA

Artur Mas asegura a Urkullu que irá hasta el final en su desafío independentista

Los presidentes de los gobiernos vasco y catalán se reunieron el jueves en Vitoria para analizar la evolución de sus procesos

OLATZ BARRIUSO
BILBAO.Actualizado:

En plena jornada festiva, sin luz ni taquígrafos y sin anuncios previos, Iñigo Urkullu y Artur Mas mantuvieron el jueves una larga «reunión de trabajo» en Ajuria Enea, donde el lehendakari, por primera vez desde que ocupa el cargo, recibió a un presidente de la Generalitat cada vez más embarcado en su desafío soberanista, de incierto desenlace. Pese a las escasas respuestas concretas que ofrece en público -más allá de insistir en el camino sin retorno que ha emprendido Cataluña y en las dificultades que su equipo jurídico piensa plantear a Mariano Rajoy para «cargarse» la consulta independentista del 9 de noviembre-, el máximo mandatario catalán confió a su interlocutor sus planes para sortear los obstáculos políticos y legales a su 'hoja de ruta' y los posibles escenarios y salidas que maneja ante la más que plausible prohibición del referéndum.

Aunque, evidentemente, los ases en la manga que pueda guardarse el Gobierno catalán no han trascendido, lo que sí dejó claro Mas al lehendakari es que no tiene ninguna intención de dar marcha atrás o pisar el freno tras el portazo del Congreso y que llegará hasta el final en su apuesta soberanista.

Dos años y medio después de su última cita oficial, aquella en Barcelona en plena precampaña de las autonómicas vascas y catalanas de 2012, algunas cosas han cambiado. Para empezar, Urkullu ha pasado de candidato a jefe del Ejecutivo vasco. Y Artur Mas, pese a continuar en el Palau de la Generalitat, cuenta con doce escaños menos que cuando recibió al entonces líder del PNV. Presionado por Esquerra y la influyente Asamblea Nacional Catalana (ANC), no tiene ya muchas más opciones que la huida hacia delante.

En septiembre de 2012, acaba de lanzar al Estado su órdago independentista pero el envite no había alcanzado las proporciones que tiene ahora, después de pactar con el resto de fuerzas soberanistas la fecha de la consulta, y con su sanedrín más cercano redactando informes sobre el posible reingreso de una Cataluña independiente en la Unión Europea.

En ese contexto, el encuentro con Urkullu, que se prolongó durante más de dos horas y media pese a celebrarse el Día del Trabajo, se presta a múltiples interpretaciones. Hay varios datos objetivos que ayudan a despejar interrogantes. La cita resultó discreta, pero no secreta, porque los respectivos servicios de comunicación de las Presidencias de los Gobiernos vasco y catalán hicieron públicas ayer sendas notas para informar de la celebración de la reunión, a la que revistieron así de carácter oficial.

Sin corbatas

De hecho, el Gobierno vasco facilitó dos fotografías y un vídeo en el que se ve al lehendakari recibiendo a su homólogo catalán en la escalinata de su residencia, ambos sin corbata al ser jornada festiva. La entrevista se hizo pública ayer, un día después, sin convocatorias de prensa ni comparecencias públicas, por expreso deseo del presidente catalán que, abortado cualquier canal de diálogo con la Moncloa -recientemente coincidió con Mariano Rajoy en un acto con empresarios en Barcelona y ni se saludaron- necesita proyectar que cuenta con apoyos y simpatías en la escena política fuera de los que tiene en Cataluña.

La imagen tampoco resulta del todo molesta para Urkullu en la cuenta atrás hacia las elecciones europeas del 25 de mayo, una época en la que los guiños hacia el electorado más ideologizado y fiel nunca vienen mal. «Lo ilógico sería que no se reuniesen», apuntan en el entorno del lehendakari, donde recuerdan los lazos oplíticos y de hermandad que históricamente han unido a PNV y CiU, que además concurrirán juntos -en una alianza que incluye además a Coalición Canaria- a las elecciones europeas, como han hecho en las últimas legislaturas. Un acuerdo que en esta ocasión estuvo en el aire por la pretensión de CiU de presentar una lista unitaria de las fuerzas soberanistas catalanas.