Alarma también por los trópicos
Investigadores del CSIC alertan del riesgo de subestimar los efectos menos espectaculares del cambio climático en las especies
MADRID.Actualizado:Las imágenes son lo suficientemente elocuentes. La donostiarra plaza de La Concha pasa a mejor vida, absorbida por las aguas del Cantábrico; la tranquilidad de la costa marbellí es solo un recuerdo del pasado. Dos instantáneas apocalípticas, como sacadas de sendas películas hollywoodienses, que alertan del fin de la existencia de la raza humana en el planeta. En realidad, son dos recreaciones que presentó al mundo Greenpeace para intentar concienciar a la población de los peligros que supone la inacción de la sociedad y de las autoridades ante el calentamiento del planeta. Unas consecuencias que son fruto de los planteamientos más extremistas elaborados a partir del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), que señala en su último documento que si la temperatura del planeta sube entre 0,3 grados y 4,8 grados, el nivel del mar podría aumentar a su vez entre 26 y 82 centímetros, alterando la vida en las zonas costeras. Un futuro que no hay que desdeñar de ninguna manera.
No solo inciden en este aspecto las ONG ecologistas, sino que también hace hincapié en él un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde se analizan los cambios en la temperatura y las precipitaciones que pueden afectar a la supervivencia a largo plazo de las especies. A través del análisis de quince modelos climáticos elaborados por el IPCC, el artículo expone la complejidad de los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad y los retos a los que se enfrentan los ecosistemas naturales en todo el planeta. Los resultados han sido publicados en la revista Science.
«Las regiones polares han captado mucha atención debido al deshielo de los casquetes por el aumento de las temperaturas y a la reducción del hábitat de las especies árticas y subárticas. Sin embargo, no hay que subestimar otros efectos, en principio menos espectaculares visualmente, del cambio climático en otras regiones del planeta. En los trópicos, el calentamiento originará condiciones climáticas totalmente nuevas y desconocemos si las especies serán capaces de adaptarse a ellas», explica el investigador del CSIC Miguel Bastos Araújo, del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Revisión de métodos
El estudio revisa los métodos de medición de cambio climático y relaciona los cambios que ya se están produciendo con las amenazas y las oportunidades que pueden afectar a la biodiversidad en un futuro. La comparación de los resultados aportados por los diversos métodos de medición revela que las especies experimentarán los cambios de forma diferente según en qué región del planeta se encuentren. «Por ejemplo, el calentamiento extremo y las sequías afectarán principalmente la biodiversidad de los trópicos, mientras que las especies polares y de climas fríos verán cómo se reducen los hábitats a los que están adaptadas», añade la investigadora del CSIC Raquel García, del mismo centro.
A pesar de ser un fenómeno global, el cambio climático se manifiesta de formas tan diferentes que no es posible aplicar una misma receta para enfrentarse él. Según los investigadores, es necesario tener en cuenta las consecuencias a escala regional. «Cuanto mejor entendamos las implicaciones del cambio climático, mejores estrategias podremos diseñar para preservar la biodiversidad y los ecosistemas», concluye Bastos Araújo. En el último informe del IPCC, los expertos de este organismo de Naciones Unidas alertaban de que era necesario reducir entre un 40% y un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento global a 2 grados antes de 2050.
El documento incide en que esta «revolución energética» requiere abandonar los combustibles fósiles contaminantes y utilizar fuentes más limpias para evitar el efecto invernadero, que podría provocar un aumento de la temperatura del planeta de entre 3,7 grados y 4,8 grados antes de 2100. Hace dos años, las emisiones a la atmósfera de gases invernadero se situaron en 430 ppm (partículas de CO2 equivalente por millón), una concentración «muy elevada», según el IPCC. De ahí la necesidad de reducir hasta un 70% las emisiones de gases. No obstante, las propias conclusiones del IPCC señalan que solo hay un 66% de probabilidades de alcanzar el objetivo de los 2 grados.