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Al-Qaida agita Irak en las primeras elecciones sin tropas de EE UU

R. C.
BAGDAD.Actualizado:

A pesar de la amenaza terrorista de Al-Qaida, los iraquíes hicieron frente a la violencia que reina en el país para participar en las primeras elecciones legislativas tras la retirada de las tropas de Estados Unidos en 2011, con el primer ministro saliente, Nuri al-Maliki, convencido de su victoria. Del mismo modo, son las terceras elecciones que se celebran en Irak desde la caída del régimen de Sadam Hussein en 2003.

Los comicios se desarrollaron en medio de un imponente dispositivo de seguridad, que, sin embargo, no logró impedir numeros atentados que dejaron un balance de 17 muertos y 26 heridos. Desde el inicio de la jornada se formaron largas filas delante de los centros electorales. Unos 20 millones de votantes estaban convocados a las urnas para elegir a los 328 diputados del Consejo de Representantes. Hasta 9.000 candidatos optaban a un escaño el Parlamento unicameral del que saldrá el nuevo Gobierno.

El chií Al-Maliki, que aspira a su tercer mandato, votó a primera hora de la mañana en el hotel Rachid, en el corazón de la 'zona verde' de Bagdad, un sector fortificado que alberga, entre otros, los edificios de instituciones como el Parlamento o la embajada de Estados Unidos. «Estoy seguro del triunfo. La cuestión es saber cuán amplia será», declaró exultante, exhortando a la población a votar masivamente en las primeras elecciones «sin soldados estadounidenses en suelo iraquí».

Al frente del Gobierno desde 2006, es el gran favorito, aunque su jefatura ha sido duramente criticada desde los países occidentales ante su incapacidad para frenar una violencia que se ha cobrado un promedio de 25 víctimas diarias. En lo que va de año, más de 3.000 personas han fallecido como consecuencia del conflicto étnico y religioso. El desempleo, la corrupción estatal y el mal funcionamiento de los servicios públicos son los otros grandes desafíos que deberá combatir si finalmente resulta reelegido. En cualquier caso, parece difícil que obtenga la mayoría absoluta debido a la competencia de otros partidos chiitas en sus principales bastiones.

La coalición Estado de Derecho, que lidera Al-Maliki, ha sabido aprovechar la crisis de seguridad para focalizar la atención en la lucha contra los insurgentes y desviarla de su balance gubernamental, cuyo único punto positivo es el aumento de la producción de petróleo. Un incremento en los ingresos que no se ha visto reflejado en la vida cotidiana de los iraquíes.

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, no dudó en elogiar a los millones de iraquíes que votaron «con valentía» y de manera «heroica» en estos comicios generales «al resistir las amenazas de los militantes extremistas». Para Kerry, el pueblo iraquí «reafirmó no solo su compromiso con la democracia, sino también su determinación a alcanzar un futuro más seguro y pacífico».

El jefe de la diplomacia de EE UU aseguró que estas elecciones son claves para avanzar hacia un Irak «unido, federal y plural». En un comunicado criticó duramente a aquellos milicianos que «intentaron sabotear el progreso de la democracia y sembraron discordia en toda la región», en referencia a los yihadistas del Estado Islámico en Irak y el Levante, un grupo vinculado a Al-Qaida que se apoderó en enero de la ciudad de Faluya, 60 kilómetros al oeste de Bagdad. Igualmente destacó el coraje de «un policía que dio su vida para proteger a los votantes de un ataque suicida perpetrado cerca de un colegio electoral».