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Sociedad

La revuelta del 'homo ludens'

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De la Grecia clásica a Roma, de las milenarias culturas árabes a las asiáticas, la plaza ha sido un espacio para el esparcimiento colectivo, el debate y la confrontación de ideas, la reivindicación, la exhibición del poder, el comercio y el trabajo, el ajusticiamiento, el escarnio y la revolución. También de juego y celebración. A principios del siglo XX un grupo de arquitectos de Harvard acuñó el término 'Playground' y redefinió un espacio público para el esparcimiento de los más pequeños, el parque infantil urbano, como alternativa al juego en la calle. Ese término es el que da título y permite articular la exposición 'Playgrounds. Reinventar la plaza' con la que el Museo Reina Sofía abre un patio de recreo en sus salas. Investiga de paso «la revuelta del homo ludens» y el papel clave desempeñando por los espacios de juego «desde la modernidad para cuestionar y transformar la sociedad establecida» y el reflejo de estos cambios en la creación plástica.

Es una muestra de tesis muy del gusto de Manuel Borja-Villel, director del museo público y comisario de la exposición junto a Teresa Velázquez y Tamara Díaz, con quienes cuenta «otra historia del arte» en un formato que tiene mucho de ensayo. Es una propuesta multimedia con cerca de 300 obras en muy diversas formulaciones y conceptos en la que la minoritaria pintura convive con esculturas, instalaciones, vídeos, fotografías, artes gráficas, cine y diversos documentos. Un viaje de dos siglos que se remonta a los grabados documentales de Francisco de Goya, algunos 'Disparates' datados entre 1815 y 1824, para alcanzar las también documentales fotografías del británico Martin Parr, un antropólogo que recoge con su cámara, como Goya con sus buriles y planchas, los usos y ritos sociales de los urbanitas del siglo XXI.

Entre ambos se despliegan los heteróclitos trabajos de autores tan dispares y reputados como James Ensor, José Gutiérrez Solana, Maruja Mallo, Fernand Léger, Henri Cartier-Bresson, Helen Levitt, Alberto Giacometti, Isamu Noguchi, Ángel Ferrant, Hélio Oiticica, Lina Bo Bardi, Fischli & Weiss, Vito Acconci, Priscila Fernandes, Aldo van Eyck, Constant, Joan Colom, Francesc Catalá Roca, Jean Vigo o Xabier Rivas.

El denominador común de sus obras es la referencia al espacio público como lugar de esparcimiento, juego o plataforma de reivindicación y celebración. Arranca con una filmación sobre la Comuna de París de 1871, instante en que «el terreno de juego se asocia a la toma del espacio público y da pie a las primeras manifestaciones de lo que será el gran estallido de la vanguardia con la entrada del siglo XX» según los comisarios. «La relación entre el juego y el espacio público es compleja y tensa», asegura Borja-Villel para resumir una muestra que explora «el conflicto entre la espontaneidad del juego, su control y normativo, su relación con la realidad y el poder y su compleja acotación».

Tras una revisión del carnaval a través de Solana o el cine de Jacques Catelain, 'Playgrounds' muestra cómo el elemento lúdico, «entendido como estrategia creativa», convive con cuestiones de más calado relacionadas con lo público. A partir de esta idea la muestra «explora el reconocimiento del espacio de juego como ámbito de ensayo y aprendizaje» y aborda «una reflexión sobre cómo los espacios públicos han sido reclamados y definidos a través de prácticas colectivas, la manifestación festiva o las ocupaciones temporales de parques y espacios marginales de las ciudades», según argumenta Borja-Villel.

La reivindicación de una actitud «no útil» en el arte, el rechazo a la expropiación del potencial creativo en favor del juego e incluso la indolencia defendida por Paul Lafargue en 'El derecho a la pereza' (1880) frente a la hiperactividad contemporánea, se reconoce en algunas de las obras de la muestra. El tiempo libre se erige como un derecho para los soviéticos fotografiados por Boris Mikhailov, los japoneses que retrata Martin Parr, las clase media americanas captadas por Weege o los europeos retratados por Cartier-Bresson.

Movimientos sociales artísticos y políticos de finales del siglo XX, y los globales de 2011 que fundan la reivindicación de la ciudad como un tablero de juego en el que conviven el ocio, el trabajo y las reivindicaciones vividas la madrileña puerta del Sol, la cairota Plaza Tahrir, la estambulita Taksim, la ateniense Sintagma o la neoyorquina Wall Street.