Alarma por aislamiento
Los números dejan claro que se produce una leve pero sostenida y general recuperación del empleo en Andalucía y España, pero Cádiz se queda atrás, sin compañía
Actualizado: GuardarHace mucho tiempo, décadas, que la situación de paro en la provincia de Cádiz provoca espanto. Incluso en las mejores fases de la economía española -en los años previos a las caídas de 1993 y, sobre todo, a la hecatombe de 2008- los números gaditanos ya eran alarmantes, escandalosamente más graves que los de otras provincias andaluzas y, sobre todo, el resto de las españolas. En las etapas de contracción, de caída, la situación y la distancia se agrava aún más. El contenido de la Encuesta de Población Activa (EPA) conocido ayer deja claro que esa tendencia continúa e incluso se acentúa. Cádiz va por libre en el peor de los sentidos. Cuando empieza a confirmarse una leve pero prolongada recuperación del empleo en Andalucía y en España, en Cádiz todavía empeora. Las autoridades institucionales, de cualquier signo político, empiezan a confesar sin pudor que la provincia tiene un problema extra, distinto, aparte, que «juega en otra liga», que debe de ser la del tercermundismo.
Resulta inexplicable que con esa situación, con esa desgracia social tan extendida, que tantas consecuencias tiene en todos los apartados de la economía cotidiana de personas, empresas y ciudades, no se declaren de una vez las medidas de emergencia, de concentración, que estén a la altura del tamaño del conflicto, de su profundidad y su antigüedad.
La provincia corre el riesgo de convertirse en una especie de gueto, de isla, de reserva del paro a nivel nacional e, incluso, autonómica. Resulta difícil pensar qué más deben contar las estadísticas para que alguien encienda todas las alarmas posibles.