Europa sanciona a otras quince personas pero elude activar los vetos comerciales
BRUSELAS. Actualizado: GuardarA su ritmo, presionada por el empuje de Estados Unidos y sobre todo, por la contundencia de unos acontecimientos que acercan a Ucrania al precipicio de una guerra civil, Europa dio ayer un nuevo paso en su particular hoja de ruta de presión a Rusia. Los embajadores de los Veintiocho ante la UE acordaron añadir otras quince personas en la lista de 33 rusos -sobre todo- y ucranianos que tienen prohibido el acceso a la Unión y cuyos bienes en territorio comunitario están congelados. La identidad no se conocerá hasta hoy, cuando los nombres sean publicados en el Diario Oficial de la UE, pero fuentes diplomáticas de toda solvencia aseguraron que a diferencia de Estados Unidos, no hay empresas, «solo personas físicas». De momento.
Europa, que sigue apostándolo todo a la vía diplomática, se resiste a impulsar la llamada tercera fase. Algo así como una declaración de guerra comercial con Moscú que podría conllevar el veto a las exportaciones rusas (gas y petróleo) o el embargo de armas (Francia se juega un contrato de 120 millones en dos buques). Todo estaría preparado para apretar el botón ya que los técnicos comunitarios han elaborado en estas últimas semanas varios informas de impacto económico en cada Estado miembro en caso de activarse esta fase. España, por ejemplo, apenas se juega nada. Otras potencias, como Alemania, Italia o incluso los pequeños países del Este, demasiado.
De ahí las dudas, de ahí los tiras y aflojas, de ahí la contundencia verbal de la UE sin ir más allá en el capítulo sancionador. «Lo que se pretende es mandar un mensaje a Putin y advertirle de que debe respetar los acuerdos de Ginebra e involucrarse en la solución del conflicto de Ucrania de forma activa», recalcaron estas mismas fuentes, las cuales confirmaron que la activación de esa tercera fase que nadie desea ni siquiera se abordó ayer por los embajadores.
Como mínimo hasta mañana, no se esperan nuevos encuentros diplomáticos. Una de las opciones sobre la mesa es la convocatoria de una reunión extraordinaria de ministros de Exteriores -finales de semana o ya la próxima-, un runrún muy extendido en Bruselas pero que nadie termina de corroborar. No hay que olvidar que hace unos días, en vísperas de la cumbre de Ginebra, se llegó a hablar incluso de la celebración de una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno extraordinaria.