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Peregrinos. Monjas polacas y un grupo de españoles (abajo) en la plaza de San Pedro. :: EFE
Sociedad

El día de los cuatro papas

San Pedro acogerá hoy a un millón de fieles para la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, con Francisco y Benedicto XVI

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL
ROMA.Actualizado:

Roma se prepara para acoger hoy uno de esos monumentales días históricos que de vez en cuando le tocan, abrumadores de significado y grandes cifras. Se trata de la canonización de Juan Pablo II, a nueve años de que muriera entre clamores de «Santo súbito», y de Juan XXIII, el 'Papa bueno', traspapelado entre los expedientes de santidad y rescatado por Francisco para hacerle justicia. Emparejándolo con Wojtyla, santificado en tiempo récord, reivindica su figura revolucionaria e incómoda. El de hoy ya es conocido como el día de los cuatro papas porque además de hacer santos a dos simultáneamente, algo nunca visto, celebrará la ceremonia el actual, Francisco, y ayer se confirmó finalmente que le acompañará el emérito, Benedicto XVI, aunque no se colocará en la parte central del altar. Concelebrarán también unos 150 cardenales y un millar de obispos de todo el mundo. La misa empieza a las diez de la mañana y durará un par de horas.

Roncalli y Wojtyla han sido sin duda los pontífices más populares del último medio siglo, en un arco de varias generaciones. Se esperan un millón de fieles desde las 5.30 horas de la mañana, cuando se abren los accesos a las inmediaciones de la plaza de San Pedro y Via della Conciliazione, donde caben entre 225.000 y 250.000 personas. Esos sitios, los mejores, se llenarán en cuestión de pocas horas y el resto de la gente se tendrá que ir desparramando por las calles adyacentes. Hay 17 pantallas gigantes para seguir el acto en nueve puntos de Roma, del Coliseo a Piazza Navona.

Ya durante la semana, que coincide con un largo puente en Italia, las calles rebosaban de visitantes y se notaba una gran densidad. Ayer la sensación se disparó, con hileras de peregrinos de distintos países, con preponderancia de polacos, que desfilaban con estandartes y anoche participaron en vigilias en numerosas iglesias del centro. La ciudad está tomada por excursiones juveniles con guitarras y monitores, monjas mochileras y escuadrones de 'boy scouts'. En general son bastante expansivos. Las tiendas de recuerdos exploran nuevos territorios de lo 'kitsch' en cuestión de imanes de nevera. La mayoría de los romanos, por su parte, han decidido huir ante la marabunta, el temor al caos y porque están saliendo días muy buenos para la playa, aunque para hoy hay riesgo de lluvia.

Una ampolla de sangre

Al margen del aspecto religioso, es una de esas citas diplomáticas del año en las que hay estar y figurar. Las revistas del corazón se hincharán de páginas de fotos. Se esperan 122 delegaciones oficiales con 24 jefes de Estado y 10 primeros ministros. Por parte de España acuden el Rey y la Reina y cuatro ministros: José Manuel García Margallo, de Asuntos Exteriores; Alberto Ruiz-Gallardón, de Justicia; Pedro Morenés, de Defensa y Jorge Fernández Díaz, de Interior. Los Reyes llegaron ayer a Roma, donde pasarán el fin de semana y serán recibidos el lunes por el Papa. Ayer ofrecieron una cena en la embajada de España ante la Santa Sede, situada en la Piazza di Spagna, a los cardenales y arzobispos españoles.

En la misa estará presente también un personaje clásico de estos eventos, el 'miracolato', el agraciado por un milagro. En este caso es quien ha hecho posible la canonización de Juan Pablo II, la portorriqueña Floribeth Mora Díaz, curada de forma inexplicable, según el expediente vaticano, de un aneurisma cerebral en 2011. Precisamente mientras veía por la tele la ceremonia de beatificación de Wojtyla, el paso previo a la santidad. No hay 'miracolato' de Juan XXIII porque Francisco le ha dispensado de forma excepcional del requisito del milagro, al considerar que ya es santo para la gente sin más elucubraciones ni retrasos. Fue declarado beato en 2000 por uno reconocido en 1966, y ya se ve lo que tardaron entonces en darle el visto bueno. Otro elemento tradicional del acto serán las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en 2000.