«Marcial Maciel era un Satanás, un depravado»
Paloma Gómez Borrero sostiene que Juan Pablo II desconocía la verdadera personalidad del fundador de los Legionarios de Cristo
MADRID.Actualizado:La periodista Paloma Gómez Borrero cree que al papa Juan Pablo II, que será canonizado el domingo, «no le llegaron los informes» sobre la verdadera personalidad de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. La corresponsal en el Vaticano considera que el sacerdote mexicano, un pederasta que llegó a tener al menos cuatro hijos con varias mujeres, era un «Satanás, un depravado, un doctor Jekyll y mister Hyde». «No se puede explicar cómo se puede hacer tanto bien -la congregación suscitó muchas ovaciones y creó muchas escuelas- para hacer al final tanto daño».
Gómez Borrero, que acaba de publicar el libro 'Juan Pablo II. Recuerdos de la vida de un santo' (Plaza y Janés), argumenta que Karol Wojtyla se dejó llevar por la «gran estima» que sentía por los Legionarios de Cristo, pero nunca se puede decir que protegió al «malvado» Maciel. Para comprender lo ocurrido hay que remitirse a los orígenes de Wojtyla. «Venía de un país, Polonia, en que se desacreditaba muchos a los sacerdotes y a la Iglesia católica con acusaciones de pedofilia, espionaje y corrupción».
Si hay algo que reprochar a al pontífice polaco es haber delegado demasiado el gobierno de la Iglesia en manos de sus secretarios de Estado, Agostino Casaroli primero y Angelo Sodano después. «Juan Pablo II se ocupó sobre todo de la parte evangelizadora, de sus viajes».
La periodista rechaza la idea de que Wojtyla legara a Benedicto XVI una herencia envenenada al no resolver los problemas de la banca vaticana y las ambiciones de poder en la Curia. «Juan Pablo II pidió perdón por los pecados de la Iglesia. Posiblemente habrá tenido equivocaciones, pero en un proceso de canonización se evalúa todo».
Lo que no aprueba Gómez Borrero es que el secretario de Juan Pablo II, el actual arzobispo de la Cátedra Metropolitana de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, no destruyera los apuntes personales del papa, como le ordenó Wojtyla, y los haya entregado a la imprenta. «No sé por qué lo ha hecho. Si creía que eran relevantes para la canonización de Juan Pablo II lo mejor hubiera sido entregar los documentos al Vaticano. Pero no me gusta que se publiquen cuando el papa quería que se quemasen».
Paloma Gómez Borrero aduce que los viajes de Juan Pablo II más decisivos por sus consecuencias fueron los que hizo a Polonia en 1979 y a Cuba en 1998, por la existencia de gobiernos comunistas hostiles a la Iglesia católica.