Psicosis de guerra en el este
Los separatistas se atrincheran en Slaviansk a la espera de la ofensiva final del Ejército ucranianoKiev observa con temor el despliegue de tropas rusas en la frontera después de la muerte ayer de cinco paramilitares
SLAVIANSK.Actualizado:La sangre volvió a correr en Slaviansk. Cinco personas perdieron la vida en el segundo choque que se produce en los puestos de control de acceso a esta ciudad de 120.000 habitantes convertida en bastión separatista en el este de Ucrania. Rota la tregua de Pascua, las autoridades de Ucrania retomaron la «operación antiterrorista» contra los paramilitares prorrusos y el Ejército de Ucrania avanzó por la carretera del norte desde Sviatogorsk con la intención de aproximarse a Slaviansk. Los milicianos de guardia retrocedieron ante la llegada de los blindados, prendieron fuego a los neumáticos de la barricada para cubrirse y se replegaron a un bosque más próximo desde donde ofrecieron resistencia, según la versión ofrecida por varios vecinos de la zona consultados. Los soldados avanzaron hasta tomar este y otros dos puestos de control y tras mantener estas posiciones durante unas horas se retiraron, y volvieron a manos insurgentes.
Esta especie de guerra por los puestos de control en Slaviansk costó también la vida el fin de semana a tres milicianos prorrusos, con lo que son ocho los caídos hasta el momento en el lugar donde es más visible el despliegue de milicias prorrusas en todo el este de Ucrania. «Si entran, les estamos esperando», señaló el autoproclamado alcalde rebelde de la ciudad, Viacheslav Ponomariov. Tras el tiroteo de la mañana las autoridades rebeldes reforzaron el resto de puestos de control que rodean la ciudad, pidieron a los civiles que abandonaran el lugar y fijaron un toque de queda a partir de las siete de la tarde. «Esperamos un nuevo asalto esta noche (por anoche)», reveló Ponomariov para explicar estas medidas.
La lucha en esta parte del país se produce de forma paralela a la guerra de propaganda en los medios de información. No paran de surgir rumores y los ciudadanos viven bajo la psicosis de que la gran guerra está a las puertas de sus casas y puede estallar en cualquier momento. A media tarde el diario The Kiev Post informó de la «suspensión de la operación antiterrorista» porque la inteligencia ucraniana había obtenido pruebas del «riesgo de una invasión militar rusa». Una información a la que no se refirió el presidente interino, Alexander Turchínov, en el mensaje televisado que dirigió a la nación en el que pidió a Rusia que abandone «las amenazas y el chantaje» y retire sus tropas de la frontera.
En esta guerra mediática los medios ucranianos tienen vetado el trabajo en zona rebelde y los extranjeros están también en el punto de mira insurgente. El periodista estadounidense Simon Ostrovsky fue liberado tras permanecer cuatro días retenido en Slaviansk, según anunció su empresa Vice News.
Cada vez peor
«Estamos esperando que lleguen las fuerzas ucranianas para salvarnos de los rusos», confiesa Antón, joven de Slaviansk que no aguanta más estar en casa siguiendo las noticias por televisión en internet y ha decidido sentarse en un banco de la céntrica calle Lenin para ver en directo la situación. Las calles están muertas, la mayor parte de comercios, cerrados, algunos vecinos salen aprisa de los supermercados abiertos para encerrarse en casa con bolsas llenas de provisiones y en la plaza, también nombrada en honor a Lenin, activistas prorrusos reparten panfletos llamando a los vecinos a participar en la «guerra por la libertad». Un llamamiento que no parece tener excesivo éxito entre la mayor parte de vecinos, que optan por quedarse en casa. Los helicópteros del Ejército sobrevuelan la zona lanzando también panfletos, pero el fuerte viento hace que no lleguen a su destino en la céntrica plaza, único lugar donde se puede ver algo de gente.
«Esto es una olla a presión y en algún momento estallará del todo, cada día se va calentado un poco más, la cosa empeora y nadie hace nada por resolverlo», apunta Nadia, profesora de la universidad local que sólo accede a hablar por teléfono por miedo a que le vean con un periodista extranjero.
El centro está abierto, pero debido a la situación, la mayor parte de alumnos no asiste a las clases desde que hace tres semanas los paramilitares irrumpieron en las calles. Alexei sigue con preocupación los acontecimientos y piensa que «lo más importante es evitar la guerra, me da igual tener pasaporte ruso o ucraniano, pero que no estalle la guerra. Esto no es una revuelta popular, se convierte poco a poco en una guerra civil».
Cada muerte conlleva un mártir, un funeral, una protesta y un paso más en la escalada del conflicto. Slaviansk se prepara ahora para despedir a los caídos en combate y mira de reojo a las tropas rusas desplegadas en la frontera.