Delgada línea
Actualizado: GuardarTodo tiene su límite. Las cosas, los lugares, los seres animados, las personas, incluso los conceptos. Todo está limitado por una delgada línea que distingue lo interior de lo exterior. Lo de dentro y lo de fuera. Lo que es y lo que no. Desde hace más de tres décadas los estudios que analizan las rentas per cápita en nuestro país revelan que existen dos Españas, una próspera y otra deseosa. Desde mucho antes de la crisis se podía delimitar perfectamente una sutil línea que diferenciaba las regiones ricas de las pobres. Por encima de la media de la Europa de los 27, encabeza la lista el País Vasco, seguidos de Madrid, Navarra y Cataluña. Por encima de los 22.291 € que marcan la media del PIB per cápita de España se encuentran La Rioja, Aragón y Baleares. En los últimos lugares, como siempre, Extremadura, Andalucía, Ceuta, Melilla, Castilla la Mancha y Murcia. Esa línea ficticia va desde el Cabo de Palos, en la provincia de Murcia, y llega hasta Estaca de Bares, en A Coruña. Por encima hay más riqueza y menos desempleo. Se lee más y se ve menos televisión. Los jóvenes son menos obesos y existen tasas más bajas de fracaso escolar. Si me apuran, hasta existe una mayor esperanza de vida en ambos sexos. Por debajo están las cinco regiones europeas con más tasa de paro, existen más niños en grave riesgo de exclusión social y la calidad de vida hay que buscarla con más optimismo que desesperación.
Ese trazo que delimita la suficiencia de lo menesteroso se reproduce por comunidades, por regiones, por comarcas, incluso por ciudades. Existen barrios ricos y barrios pobres. Solo basta con cruzar una calle o atravesar una plaza. En un santiamén pasamos de no necesitar nada a estar falto de lo más básico. Un capítulo del Primer Informe sobre Desigualdades y Salud en Andalucía dedicado a la Esperanza de vida al nacer en la ciudad de Cádiz y realizado por Antonio Escolar ponía de manifiesto que en nuestra ciudad existen delgadas líneas que nos hacen vivir más, dependiendo del lado donde nos pongamos. No es lo mismo vivir a un lado que al otro de las Puertas de Tierra, no es lo mismo ser del El Barrio de Santa María que de Bahía Blanca. No es lo mismo vivir a un lado de Avenida que al otro. No es igual residir en el Paseo Marítimo que en la Barriada de la Paz, aunque los dos del al mar. Existen murallas invisibles pero infranqueables, existen muros que no hacen falta escalar pero que son inaccesibles. Existen alambradas que no producen sangre pero que son más dolorosas que las concertinas. Y todo a un paso, solo basta traspasar la delgada línea.