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La novelista atiende a los informadores en el patio de la Universidad. :: REUTERS
Sociedad

Más mexicana que el mole

La novelista comparte con el príncipe Felipe la admiración por Nelson Mandela, a quien adora por «luchón y saber vivir en la cárcel» La ganadora del Cervantes cree que su país «caería en mil pedazos» sin la mujer

ANTONIO PANIAGUA
ALCALÁ DE HENARES.Actualizado:

Apura una copa de vino. «Ya me lo tomé como buena polaca». Por sus venas corre sangre del rey Estanislao Augusto Poniatowski, un monarca del siglo XVII que rigió los destinos de Polonia. Nació princesa, aunque ella prefirió unir su suerte a los desposeídos y sobre todo, con las mujeres sojuzgadas. «Me siento muy solidaria con las mujeres de México. Sin ellas el país se caería en mil pedazos, porque actúan como un elemento aglutinador».

Se muestra feliz al lado de sus hijos y nietos, que se lo están pasando «padre» en Madrid. Una vez superados los nervios, se muestra solícita y cariñosa con los que hacen cola para saludarla, entre ellas dos exministras de Cultura, Carmen Alborch y Soledad Becerril, esta última actual defensora del pueblo.

Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska ha hecho buenas migas con la reina Sofía. «Me gusta muchísimo. Conocí a su abuela Federica cuando tenía 20 años y mis padres me enviaron a Grecia en un viaje de estudiantes. Fue muy cariñosa, aunque sabía que estaba perdiendo el tiempo con una chamaca babosa como era yo».

Durante la cena con que la honraron los Reyes, pudo conversar con el príncipe Felipe, con el que comparte inquietudes y una admiración por Nelson Mandela. «Me dijo que su personaje preferido, que es también el mío, era Mandela. Es mi preferido por luchón, por las batallas que ganó y por saber vivir en la cárcel». Ese cariño por los presos viene de lejos. No en balde, con el cineasta Luis Buñuel recorrió los pasillos de la cárcel de Lecumberri. En el presidio se difuminan las barreras sociales y se desvanecen los privilegios. A su entender, visitar un centro penitenciario es la mejor forma de conocer un país a fondo.

Con su mejores galas y vistiendo un traje que le hicieron un grupo de mujeres de Juchitán, una prenda que ya tiene por lo menos quince años, Poniatowska luce con orgullo sus joyas, entre ellas un aparatoso collar de plata y unos pendientes con forma de pez diseñados por el pintor mexicano Francisco Toledo, uno de los artistas más reputados del país

Pese a su avanzada edad -82 años-, tiene varios proyectos en ciernes, entre ellos un libro que se le está resistiendo porque está ambientado en Polonia. «Y yo no hablo polaco». El protagonista es su antepasado Estanislao, cuya biografía le apasiona. «Yo pensé que todos los reyes eran espeluznantes, pero con ése me di cuenta de que era muy buen rey». Los de España, por de pronto, le parecen «lindísimos».

Rendidos por esta mexicana «guarita y chaparra», como ella misma se define, los monarcas le pidieron el texto de su discurso. Al término de su alocución, el público congregado en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares prorrumpió en un cálido aplauso hacia esta mujer que se siente «más mexicana que el mole».

La escritora Rosa Montero, otra feminista de pro, se deshizo en elogios hacia la periodista y narradora. «Su intervención ha sido absolutamente maravillosa; es una mujer con mirada propia sobre el mundo». Poniatowska cree que la noticia del premio le hubiera agradado mucho a su admirado Octavio Paz, poeta que como ella se adjudicó el Cervantes. «Me llamo igual que su hija, que murió un día antes que él, y que que su primera mujer. Al decir mi nombre nunca se equivocaba». Si hay que recurrir al acervo cervantino, Poniatowska tiene más de Aldonza Lorenzo que de Dulcinea, como dijo el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert. «Tal vez la aportación más valiosa de su proteica obra sea su rescate de la palabra del pueblo, esa oralidad nada impostada que surge poderosa de obras de un inmenso valor testimonial como 'Hasta no verte, Jesús mío'», comentó el ministro Wert.