Argelia vota marcada por el boicot y la sospecha de fraude
El anciano Buteflika aspira a su cuarto mandato frente a cinco rivales sin opciones, entre los que destaca el exjefe de Gobierno Ali Benflis
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLa imagen más habitual en unos comicios presidenciales, la de los candidatos y, en especial, el favorito, depositando su voto en las urnas, tendrá en Argelia un aliciente especial. Será la primera vez que los argelinos podrán ver en público a su principal candidato, el anciano y enfermo presidente Abdelaziz Buteflika, que hoy podría ganar su cuarto mandato, pero al que no se ha visto fuera del palacio presidencial desde que regresara de su convalecencia de tres meses en Francia el año pasado.
Buteflika, de 77 años, se enfrenta en las urnas, a las que están llamados cerca de 23 millones de argelinos, a cinco rivales, entre ellos el ex primer ministro Ali Benflis, el único que parece que podría plantarle cara, aunque la inexistencia de sondeos electorales hace imposible conocer el verdadero apoyo con el que cuentan los contendientes. Las amenazas de boicot, los temores de fraude y la apatía de una sociedad joven que cada vez se siente menos representada por sus arcaicos líderes políticos, se han convertido en los auténticos protagonistas de la jornada.
Benflis, que durante años fue un estrecho colaborador del hombre que ha gobernado Argelia durante 15 años, ha hecho del posible fraude electoral a favor de Buteflika uno de los temas recurrentes de su campaña, y anunció que un «ejército» de 60.000 observadores voluntarios velará por la limpieza de los comicios. En caso de producirse un pucherazo, «no me voy a quedar callado», aseguró el antiguo jefe de Gobierno por platós de televisión, portadas de periódicos y en la gira que le ha llevado por las 48 provincias argelinas.
Los antecedentes, desde luego, no son halagüeños. Buteflika, al frente de Argelia desde 1999, ganó las dos últimas elecciones con un improbable 85% (2004) y 90% (2009) de los votos, situándose en el «club de los 90», esa categoría de autócratas de la región a los que supuestamente votan 9 de cada 10 electores. La débil y fragmentada oposición argelina no ha sido obstáculo para la potente maquinaria del Estado en el que las fuerzas de seguridad, en un país aún traumatizado por dos décadas de guerra civil, juegan aún un papel determinante en la política y Buteflika, el hombre que encarnó el fin de la guerra, sigue siendo para muchos argelinos el único garante de la estabilidad.
Benflis no es el único que ha advertido de la posibilidad de fraude. Grupos islamistas, entre ellos el Movimiento de la Sociedad para la Paz (MSP), la rama argelina de los Hermanos Musulmanes, ha denunciado que Buteflika no puede ganar las elecciones sin amañar las urnas.
Si los rivales del presidente tienen, previsiblemente, pocas probabilidades de hacerle sombra, Buteflika y el régimen que le sustenta podrían estar más preocupados por las llamadas al boicot que se han producido por todo el país. Tanto el MSP como otros partidos menores y un nuevo, pequeño pero ruidoso movimiento civil conocido como Barakat (suficiente), han llamado a la abstención ante la «farsa electoral». Mientras que la expresión política libre ha sido «brutalmente evacuada de la capital», asegura el periodista Djaffar Tamani en las páginas de 'El Watan', después de que las concentraciones a favor del boicot fueran reprimidas por la Policía, en regiones combativas como la Kabilia, las concentraciones por la abstención han sido masivas.
Los asesores del presidente pondrán especial atención a las cifras de participación, que en 2009 supuestamente alcanzaron el 74%, según el Gobierno, pero que la oposición tildó entonces de falsas. Más de 186.000 policías velarán por la seguridad de la jornada electoral.