Boston desafía a los terroristas un año después
La ciudad se vuelca con las víctimas, que afrontan con entereza las secuelas sufridas en los atentados del maratón
NUEVA YORK.Actualizado:Boston amaneció ayer tenso y gris. La estación de la Plaza Copley volvía a estar cerrada. Un paquete sospechoso, que resultó ser una falsa alarma, puso en alerta a todo el departamento de Policía. Y cuatro agentes con la barbilla en alto custodiaron estoicamente durante todo el día dos coronas de flores, depositadas sobriamente por los familiares de las tres víctimas mortales de los atentados, en el mismo lugar donde un año antes explotaran dos ollas a presión Fagor, repletas de tornillos y explosivos.
Jane Richard, de 9 años, a quien los fotógrafos retrataron entonces contemplando incrédula la ausencia de su propia pierna, caminó sobre una prótesis por la calle Boylston hasta el lugar donde quedó tendido el cuerpo de su hermano Martin, de 8 años, depositó la corona de flores y se refugió en los brazos de sus padres, que todavía se recuperan de las heridas. El público se conformó con una pantalla gigante al otro lado de la calle, ése era el momento de intimidad para las familias que necesitaban recordar a los ausentes. Pero medio Boston se quedó pegado a la televisión con la ceremonia de homenaje que se celebró después en el Centro de Convenciones Hynes. Era el momento de dar las gracias a una ciudad que se volcó en arropar a los heridos: 16 de ellos empezaron entonces un camino que no podrán olvidar.
«Nunca os desearemos a ninguno de vosotros la devastación y el dolor que hemos sufrido; sin embargo, os deseamos que en algún momento de vuestras vidas podáis sentir el cariño que hemos recibido en este último año», dijo Patrick Downes, una de las 15 personas que perdieron alguna pierna. Hasta ese 15 de abril de 2013 eran perfectos extraños que nunca querrían haberse conocido en esas circunstancias, «pero, ¿qué hubiéramos hecho los unos sin los otros?», reconoció. Sólo ellos pueden entender esas pequeñas grandes victorias que Adrianne Haslet-Davis compartió ayer, como «entrar en un baño público sin usar el de los minusválidos».
«Cobardes retorcidos»
Uno detrás de otro votaron por no darle el placer a los terroristas de ganar la partida y prefirieron celebrar la fortaleza de una ciudad que resistió el embiste y se enorgullece de ello. «No se puede describir con palabras lo que se siente hoy vistiendo un uniforme de Boston», tuiteó el policía Jon Lester. El vicepresidente Joe Biden subió al escenario asegurando que nunca en su vida había visto una ceremonia más emocionante, toda una declaración para quien acude sistemáticamente a la Zona Cero en homenaje a las víctimas del 11-S. Como allí, era el momento de enfundarse en las banderas y refugiarse en el patriotismo para vencer «a esos cobardes retorcidos que intentaron inyectarnos el miedo para que rechazáramos lo que más valoramos y lo que más valora el mundo de nosotros, una sociedad abierta», dijo. Más de 36.000 personas de todo el mundo se han apuntado para correr el próximo domingo el maratón de Boston, porque como dijo Bill Doncaster, portavoz de One Run for Boston «los maratones no tienen fronteras».
Todos los supervivientes que acudieron al acto de ayer estaban hace un año cerca de la meta, pero hasta ese momento no sintieron que la cruzaban. Algunos quisieron hacerlo literalmente el domingo pasado al unirse al último tramo de la carrera de relevos de costa a costa que 3.000 corredores han hecho para recaudar fondos con los que garantizar su recuperación. One Run for Boston, organizado por tres amigos ingleses que corren maratones, llegó a la ciudad tras haber recaudado casi medio millón de dólares por el camino, pero sobre todo les dio la oportunidad de subirse sobre sus piernas ortopédicas, conquistar el miedo y reclamar sus propias vidas en esos último 45 metros del viaje más difícil de sus vidas. «Hagamos de este 15 de abril el día en que todos trabajemos juntos para construir un mundo mejor», pidió Haslet Davis, la bailarina profesional que ha vuelto a la pista sobre una pierna biónica.