
Los rescates bancarios ya no los pagarán los contribuyentes
La unión bancaria recibe el espaldarazo definitivo al crearse un fondo único comunitario que tendrá 55.000 millones en 2024La Eurocámara aprueba el mecanismo que podrá cerrar un banco en horas y cuya factura será pagada por accionistas y acreedores
BRUSELAS. Actualizado: GuardarPuede perfeccionarse, todavía quedan flecos por cerrar, pero la unión bancaria ya es real. Lo es desde ayer a mediodía, cuando el Parlamento Europeo, en su última sesión de la legislatura, aprobó por abrumadora mayoría un nuevo paquete legislativo sobre resolución y rescates de entidades financieras que, 'grosso modo', viene a cerrar el círculo de un proyecto «histórico» en la UE, el más ambicioso en materia de integración económica que se ha llevado a cabo desde la creación de la moneda única. La botella puede verse medio vacía -han sido necesarios 600.000 millones dinero público para rescatar a bancos europeos- o medio llena -el contribuyente no pagará estas facturas en el futuro-, pero lo que es cierto es que si en junio de 2012, en plena crisis existencial de la Eurozona, alguien asegura que este proyecto va a aprobarse en abril de 2014, tacharle de loco era quedarse corto.
La unión bancaria es un proyecto muy complejo, trufado de acrónimos anglosajones, que se sustenta sobre tres pilares. El primero, aprobado en septiembre, es el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), en manos del BCE; el segundo, el Mecanismo Único de Resolución (MUR), ayer aprobado; y el tercero y para muchos un brindis al sol, un sistema común de garantía de depósitos para el que no existen plazos ni tampoco muchas ganas de impulsar. Se trata de la herramienta vital para países como España que busca acabar con la fragmentación del mercado que sufren las pymes y sobre todo, romper el círculo vicioso entre deuda soberana y sector financiero. Es decir, que no haya bancos alemanes, franceses o españoles, sino que todos sean considerados europeos. Mismas reglas de juego, mismos árbitros, mismos riesgos...
Pero la clave de bóveda no era ésta. La pieza que hacía encajar todas las demás es el MUR, el mecanismo que ayer fue refrendado después de que la madrugada del 20 de marzo, tras 17 horas de negociaciones, el trílogo -formado por la Comisión, el Consejo y la Eurocámara- acordaran su diseño final. En definitiva, cómo se rescata banco y quién paga la factura. Y en este segundo caso, el contribuyente puede dormir hoy tranquilo porque salvo en remotas excepciones, su dinero ya no se usará para sanear entidades financieras. «La unión bancaria pone fin a la era de los rescates masivos y garantiza que los contribuyentes ya no pagarán la factura cuando los bancos se enfrenten a dificultades», se felicitó el comisario de Servicios Financieros, Michel Barnier, 'padre' del proyecto.
100.000 euros blindados
El MUR estará integrado por una junta de resolución -quién toma las decisiones- y un fondo de 55.000 millones que será sufragado por los bancos en un plazo de ocho años (las aportaciones arrancan en 2016 y estará completo en 2024). En un principio se ideó en diez y dividido en 28 compartimentos nacionales para que cada país afrontara sus problemas mientras el fondo se iba mutualizando año a año de forma lenta y progresiva. La Eurocámara, sin embargo, logró que fuera solo en ocho y que esa mutualización se acorte sobremanera de forma que el primer año, el 40% del dinero nacional ya será europeo, el segundo, un 20%, y a partir del tercero, el 6,67% hasta alcanzar el 100% en 2024. Además, se han simplificado mucho el procedimiento de decisión a la hora de tener que reestructurar o cerrar un banco.
Ayer también se aprobó otra de las directivas que otorgan a la unión bancaria el calificativo de histórica. Como pretendía Berlín, se adelanta de 2018 a 2016 los aspectos más polémicos del 'bail-in' (rescate no público) al establecer un orden de prelación en el que obliga a accionistas y acreedores (no sólo bonistas junior, también senior) a sufrir importantes quitas. La directiva fija por primera vez un porcentaje mínimo de quita obligatorio equivalente al 8% de los pasivos. Una normativa que de haber estado en vigor cuando estalló Bankia, hubiera ahorrado a los contribuyentes españoles la friolera de unos 20.000 millones.
Por su parte, los grandes ahorradores del banco (depósitos superiores a 100.000 euros) pasan a situarse al final de la cola y salvo «en casos excepcionales», tendrán riesgo cero, matizan fuentes comunitarias. Y quienes pueden estar tranquilos son las personas con depósitos inferiores a 100.000 euros. Seguirán blindados y garantizados por los fondos nacionales que son sufragados por las propias entidades financieras.