Separatistas prorrusos con máscaras de gas atacan el edificio de la Policía de Górlovka. :: ALEXEY KRAVTSOV
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El separatismo desnuda la debilidad de Kiev

El Gobierno interino vuelve a pasar por alto su ultimátum y pide cascos azules a la ONU ante la ocupación prorrusa del este de Ucrania

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El ultimátum para que las milicias armadas prorrusas desalojaran los edificios oficiales que ocupan en la parte este de Ucrania venció en la mañana de ayer. Sin embargo, y pese a que la sublevación continúa extendiéndose a otras ciudades, las autoridades de Kiev no han emprendido todavía ninguna acción de fuerza. El presidente ucraniano en funciones, Alexánder Turchínov, firmó un decreto que contempla la realización de una operación «antiterrorista» contra los sublevados, pero no se ha dado a conocer la fecha para su comienzo ni tampoco los detalles de cómo se desarrollará.

Asimismo, durante una conversación con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, Turchínov solicitó «cascos azules» para hacer frente a la ola separatista en la región de Donetsk, la más afectada. Según el comunicado facilitado por el departamento de prensa de la Rada Suprema (Parlamento ucraniano), el jefe del Estado interino aseguró que «Ucrania no está en contra, sino a favor, de que con su ayuda -de Naciones Unidas- se lleve a cabo una operación antiterrorista conjunta en el este» de Ucrania.

Turchínov pretende de esta forma mostrar a la comunidad mundial que los activistas separatistas a los que se enfrenta no son manifestantes pacíficos sino profesionales de las armas bien equipados. El Servicio de Seguridad de Ucrania, el SBU, difundió ayer una grabación de una conversación intervenida entre sublevados en Slaviansk y supuestos oficiales del Ejército ruso que se encontrarían en las inmediaciones y cuya misión es prestar apoyo al levantamiento.

El presidente en funciones reiteró ayer la intención de Kiev de promover una amplia autonomía para las regiones del este. En un discurso ante una comisión parlamentaria, alocución que fue retransmitida, declaró que no se opone a la celebración de un referéndum sobre la «federalización» que exige Rusia para transformar el modelo de Estado del país. Afirmó que la consulta podría coincidir con las presidenciales del próximo 25 de mayo, pero, según su parecer, lo más probable es que la mayoría se pronuncie a favor de una Ucrania «indivisible». Él mismo se había mostrado hasta ahora contrario a un referéndum de tales características.

Moscú defiende la idea de una consulta popular, pero antes de las presidenciales de mayo. Igual que el huido y depuesto presidente Víctor Yanukóvich, pero éste propone no un referéndum general sino varios separados en las distintas regiones del este. Yanukóvich volvió el domingo a echar leña al fuego con un nuevo comunicado televisivo asegurando que Ucrania está al borde de la guerra civil. Llamó a la Policía y al Ejército acuartelados en la parte oriental a no obedecer las órdenes «criminales» de Kiev.

Los rebeldes prorrusos se apuntaron ayer tres nuevos triunfos en Górlovka, en donde tomaron el Ayuntamiento y la delegación local de Interior, y en Zhdánovka, cuyo consistorio también fue ocupado. Ambas localidades pertenecen a la región de Donetsk. En la capital, que lleva el mismo nombre, el autoproclamado líder de la República Popular de Donbass, Vladímir Makonóvich, llamó a sus hombres a seguir ocupando sedes oficiales por toda la región.

«Los alcaldes deben salir a la calle con todos los cargos públicos y jurar lealtad al pueblo de la República Popular de Donetsk», manifestó Makonóvich en una reunión con presencia de periodistas. Denunció los «métodos» empleados en la víspera en Slaviansk por las fuerzas de seguridad ucranianas, que intentaron sin éxito limpiar la ciudad de extremistas prorrusos.

Derecho a intervenir

Los atrincherados en Slaviansk pidieron ayer ayuda directamente al presidente ruso, Vladímir Putin. Éste, según su portavoz, Dmitri Peskov, «está recibiendo muchas peticiones de ayuda de las regiones del este de Ucrania dirigidas personalmente a él para que intervenga de alguna manera». Peskov añadió que «el presidente de Rusia observa la evolución de los acontecimientos en estas regiones con mucha preocupación».

Putin ya ha advertido que su país «se reserva el derecho» de intervenir en Ucrania si la población prorrusa se ve amenazada. Para ello tiene el visto bueno del Parlamento y un dispositivo de unos 40.000 efectivos del Ejército desplegado en la frontera. Para poner fin a la crisis, Moscú demanda a Kiev una «federalización» del Estado ucraniano, mediante la adopción de una nueva Constitución, conceder al ruso el estatus de lengua oficial junto al ucraniano y reconocer Crimea como territorio perteneciente a Rusia.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, deploró ayer «la hipocresía» de Occidente. «La violencia en Maidán, que se saldó con decenas y decenas de muertos, era calificada de democracia, mientras que se habla de terrorismo en relación con las manifestaciones pacíficas que tienen lugar en este momento en el sureste de Ucrania», lamentó Lavrov. El jefe de la diplomacia mostró además su perplejidad por la presencia en Kiev el pasado fin de semana del jefe de la CIA, John Brennan. «Queremos entender lo que significan las informaciones sobre una visita urgente a Kiev del director de la CIA», se preguntó Lavrov, quien aseguró que todavía no ha recibido al respecto «ninguna explicación convincente» de Washington.