opinión

Igualdad para la desigualdad

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Las utópicas decisiones comunistas me llenan de ternura. Una vez más, el ‘gran corazón’ de la izquierda no cabe literalmente en su caja torácica. Esa representación de un mundo idealizado, presentado como alternativo al real, es tan ajeno al nuestro, como lo era el relatado por Thomas More en su ‘Insula Utopia’. La ‘utópica’ coordinadora de la Corrala con el dinero de los demás me produce nauseas. Pluriempleada como okupa y coordinadora del taller de empleo municipal, asalariada con más de 1.250 €, sin hijos ni cargas familiares, es el paradigma de la caradura más dura de la Andalucía real.

Ante el flagrante incumplimiento de las normas de naturaleza social, relacionadas con la adjudicación de viviendas del parque público de la Junta, se dictan dos decretos de ida y vuelta o lo que es lo mismo, de retirada y devolución de competencias. Es la política del ping-pong. Parecía que la presidenta de la Junta actuaba haciendo honores reales al cargo que ocupa. Pero todo se ha quedado en una nebulosa. Lo correcto hubiera sido la promulgación del decreto sin condicionantes de ningún tipo y haber puesto a trabajar a los servicios jurídicos de la Junta, para que con el mismo celo que cuando los hace trabajar para cuestionar a S.S. Ilma. Sra. Dª Mercedes (Alaya claro, no hay en la Junta ningún alto cargo que le llegue a la altura de la suela de su tacón), hubieran analizado la cuestión y recomendado a la presidenta poner en conocimiento de la Fiscalía, la flagrante transgresión del ordenamiento jurídico.

Como vemos, en Andalucía existe la firme convicción de la clase política que nos gobierna, de igualarnos a todos y además por abajo. La Renta por habitante en nuestra región es exactamente la mitad de la más alta que es la del País Vasco. Aquí, ante el dilema libertad e igualdad, se ha optado por arrinconar definitivamente a la primera, para hacer estandarte de la política la igualdad, que nos conduce irremediablemente a la ruina como pueblo.

Es cierto el dilema existente en la llamada ‘democracia económica’ entre ambos conceptos, pero no necesariamente hay que analizarlos desde posturas excluyentes. Entiendo que lo acertado es intentar alcanzar un alto grado de equidad para todos los ciudadanos. Equitativo significa justo. Cada uno debe recibir en función de sus méritos o esfuerzos. Sin duda ello debe acompasarse con la igualdad de oportunidades, o sea, igualdad a la hora de compartir las oportunidades derivadas del progreso económico. Ese equilibrio entre libertad e igualdad es el que ha posibilitado el actual Estado del Bienestar, que por otra parte está en peligro y su retorno a lo que fue no será posible. Sólo podremos extenderlo en el tiempo, reduciendo el fraude y teniendo un sector público racional, eficiente y pro-activo.