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El aborto y las once varas

FRANCISCO APAOLAZA
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Este año, la procesión del Coño Insumiso (sic.) recorre Sevilla en contra de la reforma de la ley del aborto con un ídem montado en parihuela. Tan curiosa corte no porta, en cambio, las tradicionales varas. Aquí van once. Una: Es un embuste que la lucha contra el aborto sea cosa de ultracatólicos. Legislar contra el asesinato -que para algunos no deja de ser un recurso muy práctico- no es una postura ultra porque el decálogo católico reza 'No matarás'. Para eso no hacen falta lecciones de divinidad. Con la humanidad, basta. Dos: Cada vez que se habla en ciertos medios sobre el aborto, aparece Rouco Varela con su careto de gánster espiritual, con lo que «Ir contra el aborto es estar a favor de Rouco». Sencillo. Tres: Intelectualmente es un recurso tan zafio como definir a los que exigen avances sociales como Club de Fans de Willy Toledo. Cuatro: Para algunos, denunciar que las mujeres tendrán que viajar para abortar es como quejarse de que para pegar a su parienta los hombres tengan que tomar un avión a Teherán. Cinco: Estar en contra del aborto no significa dejar de defender la protección de los nacidos. Seis: .ni siquiera en propuestas como el derecho a una vivienda digna, a una atención sanitaria digna (clama al cielo en el caso de niños enfermos dependientes) o a una educación pública de calidad. Siete: Todo sabemos hacer atajos. Miren: «¿Cómo pueden hacer carantoñas a niños con Síndrome de Down y firmar para que no les dejan nacer?» Asqueroso, ¿verdad? Intenten no nadar en la demagogia. Ocho: Me expliquen por qué si legislar para defender al feto es de los tiempos de la Santa Inquisición, proteger a los cachorros con cárcel para los que sacrifican a sus perros es un avance social. Nueve: ¿Extender la protección de la vida no es un signo de una sociedad que progresa? Diez: ¿En qué momento cree que comienza la vida? (chapuapaolaza@gmail.com) Once: Cuando vayan a las manifestaciones, hagan el favor de dejar sus banderas en casa, unos y otros. Y piensen lo que quieran -yo haré lo propio-, pero no se hagan trampas.