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Los sindicatos de Argentina amenazan con nuevas demostraciones de fuerza

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Engrandecidos por el poder de convocatoria del paro general del jueves, los sindicalistas de Argentina advirtieron ayer que si el Gobierno no cambia de rumbo aprobarán nuevas medidas de fuerza. Lo anunció el secretario general del gremio de maquinistas de trenes, Omar Maturano, un día después de la huelga que paralizó el país durante 24 horas con el apoyo clave de los gremios del transporte y de piquetes de partidos de izquierda en los accesos a Buenos Aires.

«Una inmensa mayoría expresó claramente su disconformidad por la falta de respuesta a sus reclamaciones», sostuvo el camionero Hugo Moyano, exaliado del Gobierno de Cristina Fernández y líder de la opositora Confederación General del Trabajo (CGT), una de las tres centrales obreras que convocó la medida de fuerza. Exigen eliminar el impuesto a las ganancias que grava los salarios superiores a 15.000 pesos mensuales (1.400 euros) y licúa los aumentos que obtienen los trabajadores en las paritarias. También reclaman el aumento de las pensiones, más seguridad y el control de la inflación. El Gobierno ya había anunciado que estudia elevar a 19.000 pesos (1.700 euros) el mínimo salarial, pero se estima que lo hará en junio, un plazo muy largo para los gremios. Una de las dos centrales de trabajadores que no se plegó a la huelga, la Central de Trabajadores de Argentina, también advirtió que resulta imprescindible modificar la imposición tributaria cuanto antes.

Además de los transportistas, el paro general contó con el apoyo de gremios gastronómicos, judiciales y rurales. No se sumaron los docentes ni los sindicatos de la industria o el comercio. Tampoco los empleados de bancos. No obstante, la falta de transporte y el temor ante posibles estallidos de violencia hizo que las ciudades lucieran desiertas durante todo el día.

Por su parte, Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires y precandidato para las presidenciales de 2015, consideró que se trata de «una medida extrema en la que no hay que caer, pues profundiza en la falta de diálogo». Reconoció que en el Ejecutivo se está notando «otro tono» y que solo falta que «admitan la inflación y la inseguridad».