No cambiamos
Actualizado:Pienso que ya en la prehistoria se viviría así; como dicen que en la jungla. La ley del más fuerte, o el pez grande se come al chico. Pero se asientan las bases de una civilización occidental: se consigue abolir la esclavitud (¿?). La familia se instala en una normalidad. Llegan leyes en los albores de la era cristiana que dignifican la persona humana, pero ya San Juan Crisóstomo en esta época denuncia que: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, son suyos». Y aunque una figura socialista se permitió decir que «el dinero público no es de nadie», el dinero tiene un dueño, es un bien común y el que lo tiene en abundancia, tanta abundancia en cifras que da vértigo, al menos denota una avaricia que es un pecado capital, y aún sin hablar de pecado, que hay quien no lo entiende, al menos es una figura, la del avaro, ridícula y criticable. Pero el caballero don dinero, poderoso, se reviste de una coraza de respetabilidad y de influencia social que le hace inviolable y envidiable. Es un enfermo, es portador de la mayor discapacidad. La única que puede provocar rechazo y hace volver la vista ante el abuso, ante la indiferencia, ante la grosería que supone tener algo que se ha amasado, la mayoría de las veces, con la miseria ajena, con el trabajo mal remunerado, con las bonanzas financieras que a otros hunde. Pero el mundo sigue rodando, superando crisis que inciden en otros, porque los recursos de la tierra existen, pero estamos injertados en la primera pareja de la humanidad. Las concupiscencias las demostramos de manera continuada, y o las ahogamos, o nos 'engullen'.