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La UE presiona a Draghi para que actúe pero el BCE aleja el riesgo de deflación
De Guindos se muestra convencido de que el Eurobanco «va a actuar» mientras que Olli Rehn se confiesa «preocupado» por la bajísima inflación
ATENAS. Actualizado: GuardarEl Eurogrupo de ayer, el de Atenas, fue la cita que los ministros de Finanzas de la moneda única tenían marcada en rojo para dar una palmada en la espalda de los griegos y decirles que hay vida más allá del descomunal tajo diseñado por la troika. Un mensaje mediático más que práctico en un país sumido en la resignación. Pero el problema heleno, el tercer rescate, se ha pospuesto para junio, así que ayer, pese a aprobarse la entrega de otro tramo de 8.300 millones pertenecientes al segundo plan de choque, toda la atención, todas las miradas se dirigieron al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, la persona que tiene en su mano revitalizar la economía comunitaria para alejarla del abismo de la temida deflación.
A 'Super Mario' le encanta la presión. La domina con suficiencia. Le basta con media sonrisa, un tono pausado y un incuestionable dominio de la escena. El mismo al que recurrió para advertir a más de un centenar de medios que no, que ayer no tocaba. «No responderá a ninguna pregunta sobre política económica», arrancó. Las hubo, pero se quedaron sin respuesta. «Esperen al jueves», recalcó. Mañana, el Consejo de Gobierno del instituto emisor se reunirá en Fráncfort si activa algún tipo de estímulo para la economía, como ayer le 'invitaron' a hacer los ministros de Finanzas. El asunto volvió a abordarse a puerta cerrada bajo una línea roja infranqueable: la independencia del BCE, la misma que los ministros esgrimen en público para evitar pedir a Draghi de forma clara y contundente que escuche el clamor generalizado y utilice la «artillería» de la que presume: bajada de tipos de interés más allá del 0,25% (improbable); una nueva bajada de tipos, penalizar los depósitos para evitar el efecto refugio en Fráncfort, detener el programa de esterilización de compras de deuda soberana, adquirir paquetes de préstamos (ABS) a los bancos o volver a instalar una barra libre de liquidez (LTRO, en inglés) como las de 2011 y 2012, y que inyectaron un billón de euros al sistema. «Esperen al jueves», insistió.
La reunión del Eurobanco se producirá tras conocerse el lunes que la inflación de marzo siguió su particular caída libre hasta alcanzar el 0,5% en la zona euro (España, -0,2%), cuando el mandato del BCE es el 2%. Un argumento de peso que volvió a esgrimir ayer el vicepresidente económico de la Comisión, Olli Rehn, para pedir medidas de estímulo en un momento esencial para que Europa abandone la crisis tras un lustro aciago. «Estoy preocupado por la posibilidad de tener un largo periodo de baja inflación porque esto afectaría negativamente al proceso de reequilibrio de la economía de la eurozona. Por un lado, aumentaría las rentas reales disponibles, pero por otro ralentizaría el reequilibrio de la economía de la eurozona», remarcó. No hay que olvidar que comenzó hace semanas su particular cruzada contra la inacción del instituto emisor.
Uno de los países más afectados es España. Así lo reconoció el ministro de Economía, Luis de Guindos, que se mostró relativamente preocupado si la situación se prolonga durante demasiado tiempo. «Una evolución salarial muy moderada permite que haya ganancia de capital positivo, ganancia de capacidad adquisitiva y de renta real por parte de los asalariados españoles. Pero por otro, al ser España un país muy endeudado, tiene un impacto que no es siempre positivo». Eso sí, aclaró que a su juicio no existe riesgo de deflación como la sufrida por Japón, y respecto a la hoja de ruta del BCE, aseguró sin ambages que «estoy convencido de que va a actuar».
¿Actuará? A última hora de la tarde de ayer, el vicepresidente de la institución, Vítor Constâncio, no dio ninguna pistas al respecto pero sí aseguró que no ve riesgos de deflación en Europa que la inflación se corregirá «al alza en abril». Respecto al caso concreto de España, reconoció que «por supuesto el dato de marzo suscita inquietud», pero «no hay que sacar conclusiones futuras». «Siempre que los riesgos a la baja no se materialicen, la consolidación de la recuperación hará que la inflación suba. El hecho de que España ahora está creciendo es un importante factor en esa dirección», remarcó.
El crecimiento español
Precisamente, la capacidad de crecimiento de la economía española también estuvo muy presente en Atenas. Fuentes del Ejecutivo consultadas por este diario no ocultaron su optimismo y aseguraron que con total seguridad, la última previsión del 0,7% del PIB se corregirá al alza a finales de mes, cuando el Ministerio de Economía envíe a Bruselas la revisión del programa macroeconómico. La horquilla será de entre el 1 y el 1,5%. De Guindos, sin embargo, no quiso mojarse. «Hay margen y potencial de mejora. Nuestra previsión, como siempre, estará basada por la prudencia y estará por debajo de la media», recalcó. Preguntado sobre si la última previsión del 1,2% del Banco de España se quedará corta, volvió a repetir el mismo discurso eludiendo la respuesta.