La casualidad como ejemplo social
La llegada de la isleña Anne Hidalgo a la Alcaldía de París muestra un camino que España debería ofrecer a otras niñas, vengan de dónde vengan
Actualizado:Tiene una lectura circunstancial, puramente anecdótica y lejana de cualquier mérito, de cualquier elección personal. El lugar de nacimiento difícilmente se elige así que conviene dejarlo sin influencia a la hora de abordar el peso, real o estimado, de cualquier figura política. Anne Hidalgo es de San Fernando, es gaditana y es mujer. Todo eso resultó no ser opcional pero sí cabe celebrar que sea una paisana, una hija del pobre sur de la pobre Espagne la persona que se alce con el título -fundamental en lo igualitario- de ser la primera mujer que gobierna la ciudad de París, una de las capitales de Europa, primera metrópoli turística del mundo y uno de los lugares fundamentales para saber qué pasa en el mundo. Es una isleña la que ostenta ese título y aunque su vínculo con Cádiz le llega por vía familiar, sin demasiada historia particular en esta tierra andaluza de origen, es legítimo celebrar esa casualidad del destino. Lo mejor sería crear las condiciones para que, aquí su Cádiz natal y allí, en su París real, se creen o se mantengan las condiciones para que la hija de unos inmigrantes, llegados de un exótico y meridional lugar, algo lejano, pueda competir en igualdad de condiciones con los demás. Lo mejor que podemos hacer con su ejemplo es extenderlo para que cualquier niña, sin importar su lugar de origen, sea de nuestro sur o del suyo, puede formarse sin necesidad de tener más recursos económicos que los demás, sin que nadie la aparte ni limite su camino, sin que le pongan etiquetas ni le achaquen prejuicios geográficos ni culturales. Parece justo. Es lo que le ha hecho Francia a la gaditana Anne Hidalgo. Ojalá sea capaz España de ofrecer el mismo trato a otras niñas que lleguen a su escuela, su sociedad y su política.