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Miembros de las Fuerzas Aéreas de Nueva Zelanda utilizan un dispositivo GPS para localizar al Boeing 777. :: JASON REED / REUTERS
MUNDO

China castiga a Malasia por ocultar información del avión desaparecido

Famosos, empresas y ciudadanos del gigante asiático lanzan un campaña de boicot que afectaría duramente a la economía del país

ZIGOR ALDAMA
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China está indignada con Malasia. Mucho. Han pasado ya 22 días y todavía no hay ni una sola evidencia sólida que certifique cuál ha sido la suerte del Boeing 777-200ER de Malaysia Airlines que desapareció misteriosamente el 8 de marzo. Como reconoció uno de los responsables australianos de las tareas de búsqueda que se llevan a cabo en la mitad meridional del océano Índico, los investigadores no buscan una aguja en un pajar sino el pajar en sí. Y todavía no lo han encontrado. Los satélites de diferentes países envían fotografías de posibles restos que flotan en las aguas distanciados cientos de kilómetros entre sí, pero los efectivos que se desplazan a la zona son incapaces de recuperarlos para confirmar si pertenecen al vuelo MH370 o no. Mientras tanto, las baterías de las balizas que facilitan la localización de las cajas negras, imprescindibles para saber qué sucedió a bordo del Boeing 'triple siete', se agotan. Les quedan ocho días.

A nadie se le escapa la dificultad que entraña localizar un avión que posiblemente ha quedado reducido a pedazos en un área de 80.000 kilómetros cuadrados. Pero en China, país al que pertenecen dos tercios de los 227 pasajeros a bordo, lo que molesta es la sucesión de informaciones y desmentidos protagonizada desde el inicio del drama por las autoridades de una docena de países. Sobre todo, ha sido el Gobierno de Malasia el que ha provocado en el gigante asiático una sucesión de teorías de la conspiración y una ira que ya parece difícil de contener.

«Al principio, los malasios dijeron que tenían que ser muy cautelosos y que por eso tardaron en confirmar datos que podrían haber permitido centrar la búsqueda en la zona que ahora parece más prometedora. Pero, curiosamente, luego fueron ellos los que, sin presentar ninguna prueba fiable y aduciendo información secreta, aseguraron que el MH370 se estrelló en el Índico. Esto no es serio», denunciaba ayer el padre de uno de los pasajeros. Para mostrar su enfado, el viernes los familiares de quienes volaban en el avión de Malaysia Airlines decidieron abandonar la sala en la que estaban siendo informados por las autoridades. «Qué más da, si nunca dicen la verdad», explicó una de ellos.

Toda China parece compartir esta indignación. 'El desastre en la comunicación de la información desnuda la incompetencia malasia', titulaba ayer un artículo de opinión el South China Morning Post. «Es una poderosa lección sobre cómo no se debe informar en una crisis», apostillaba el texto. Y es una lección que le puede salir muy cara a Malasia, porque ha desatado en China una campaña de boicot al país, cuyo impacto no se puede menospreciar. Una vez más, como ya hizo con Japón y Filipinas por conflictos de índole política -la soberanía de unos islotes en el caso del primero y el secuestro de un autobús en el que hubo varios muertos en el caso de la excolonia española-, la segunda potencia económica mundial atiza donde más duele: en la economía.

Con la complicidad de los dirigentes chinos, sin cuya aprobación habría sido impensable que los familiares de los pasajeros se manifestaran frente a la Embajada de Malasia en Pekín, el país más poblado del mundo ha decidido castigar a quienes considera que no han tenido en cuenta el sufrimiento de los allegados. Incluso las celebridades se han sumado al linchamiento. Algunas, como la superestrella del cine Zhang Ziyi ('Tigre y Dragón'), lo han hecho de forma discreta. «Hay un miembro de nuestro equipo al que le hemos tenido que dar el último adiós. Nos ha demostrado que tenemos que valorar más a nuestros amigos y familiares, y que por ellos tenemos que exigir la verdad sobre lo sucedido», dijo en una multitudinaria rueda de prensa.

Otros, sin embargo, han sacado el látigo. Es el caso de Chen Kun, otro actor chino que en su cuenta de Weibo, similar a Twitter y en la que tiene 70 millones de seguidores, aseguró que apoya el boicot a Malasia «hasta que sus dirigentes se quiten la máscara de payasos que se han puesto y digan la verdad». Más hirientes han sido todavía los usuarios anónimos, que se han ensañado en las redes sociales con famosos malasios de origen chino como la actriz Fish Leong, a la que han insultado sin piedad. Afortunadamente, también hay intelectuales que urgen a ejercer un «patriotismo racional» y evitar las descalificaciones personales contra quienes nada tienen que ver con el caso. «Los famosos están siendo irresponsables en la propagación del odio», escribió el columnista Pan Caifu en el Beijing News. Pero no parece que se le vaya a hacer mucho caso.

Golpe al turismo

El sector que más va a sufrir este boicot es el del turismo. De hecho, sus efectos ya empiezan a notarse. «En las dos primeras semanas tras la desaparición del vuelo MH370 se ha producido una caída del 50% en el número de chinos que viajan a Malasia, tanto de los que van en grupo como quienes lo hacen de forma independiente», apunta Dun Jidong, uno de los responsables de la principal agencia de viajes online del gigante asiático, Ctrip. Teniendo en cuenta que el año pasado fueron 1,79 millones de chinos los que visitaron Malasia, y que ya son la nacionalidad del mundo que más gasta en sus viajes, la factura del boicot puede ser abultada. De hecho, ya se espera que su número caiga entre 400.000 y 800.000 este año.

Sin duda, Malaysia Airlines será la peor parada. Grandes agencias de viaje, como la China Youth Travel Service, han puesto fin a su colaboración con la aerolínea, y han prometido el reembolso a quienes tenían contratado alguno de sus servicios. Otras, como Elong, han decidido retirar de su portal todos los vuelos de la compañía malasia «hasta que llegue a un acuerdo con los familiares de los pasajeros». En este caso, además, la agencia había vendido dos billetes del vuelo MH370 a cuyos allegados compensará con 100.000 yuanes (12.000 euros). Todo esto podría agravar la ya delicada situación de la compañía aérea, que el año pasado perdió 270 millones de euros, y provocar su desaparición.

Para evitarlo, Malaysia Airlines negocia el pago de las indemnizaciones con China Southern, la aerolínea que comercializó la mayoría de los billetes adquiridos por los pasajeros chinos en régimen de código compartido y que no ha dicho absolutamente nada al respecto. Las aseguradoras, por su parte, se encuentran ante el dilema de tener que pagar unas pólizas sin que exista evidencia alguna de la muerte de sus beneficiarios y sin que se sepa la causa de la desaparición del Boeing 777. ¿Fue un suicidio de los pilotos, un secuestro, o un accidente? Ante la pesada incertidumbre, todos esperan que dé resultado pronto la operación de búsqueda más cara de la historia.