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Buteflika, del trono a la tumba

El presidente argelino repite como candidato en las elecciones del 17 de abril a sus 77 años y aquejado de graves problemas de salud

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Tiene 77 años, sufrió un infarto el año pasado que le mantuvo alejado de los focos más de tres meses, ha presidido sólo dos consejos de ministros desde el pasado verano y no ha hablado en público en los últimos dos años. Su salud es un tema de debate nacional hasta tal punto que los peores rumores le sitúan consciente durante apenas una hora al día. Sin embargo, quince años después de que asumiera por primera vez la jefatura del Estado, tanto Abdelaziz Buteflika como el régimen que le sustenta -que no ha conseguido ponerse de acuerdo en un sucesor- siguen considerando que es el mejor candidato para ocupar la Presidencia argelina.

Buteflika ha presentado recientemente su candidatura y los argelinos apenas pudieron escuchar un fino hilillo de voz. El primer ministro, Abdelmalek Selal, ha hecho saber -sin decirlo directamente-, que el candidato no hará campaña por las ciudades del país, que «no está obligado a hacerlo». A pesar de ello, pocos dudan en Argelia de que sus once contrincantes, entre los que se encuentran el exjefe de Gobierno Ali Benflis, tienen pocas posibilidades de hacerle sombra en su cita con las urnas del 17 de abril.

Pese a su debilidad física, el presidente sigue manteniendo un férreo control sobre el aparato de seguridad del Estado, como ha demostrado recientemente en un pulso en abierto con el poderoso general Mohamed Median, alias Toufik, jefe de los servicios secretos argelinos, que se oponía al cuarto mandato de Buteflika. Una remodelación de última hora dentro del Ejército -que ha transferido a algunos leales a Toufik mientras que ha reforzado a los hombres del presidente-, ha conseguido cerrar filas en torno a la figura del anciano dirigente.

Con el espectro de la cruenta guerra civil que dejó 200.000 muertos aún merodeando en las pesadillas de los argelinos, el control de las fuerzas de seguridad sigue siendo fundamental. Los seguidores del mandatario defienden que Buteflika es el único que puede mantener la estabilidad social, un argumento que sigue calando entre muchos votantes. Este hecho, sumado a la poderosa maquinaria electoral del partido gubernamental -el Frente de Liberación Nacional que, con sus aliados, controlan el poder desde la independencia de Argelia en 1962- hace que la victoria del mandatario esté prácticamente asegurada, según aseguran los analistas.

Quince años en el poder

Cada vez más argelinos consideran que quince años son más que suficientes. Tras el anuncio de Buteflika, hasta un centenar de aspirantes, entre ellos el exprimer ministro Ahmed Benbitur, han retirado sus candidaturas en protesta por lo que consideran un fraude. El diario Liberté se preguntaba qué médico habría dado a Buteflika el certificado médico «mágico», que todos los candidatos tienen que presentar para poder concurrir a los comicios, y señalaba que la cifra excesiva de 4 millones de firmas que dicen haber recogido entre sus seguidores (un 20% del total de votantes), «no hace sino reforzar las dudas sobre las irregularidades del escrutinio».

«Las urnas no son más que una engañifa y una piratería mantenida oficialmente», ha denunciado en la prensa local Benbitur, quien advierte que «el sistema empuja a los ciudadanos a tomar la calle». Aunque por el momento es difícil calcular su influencia y alcance, un nuevo movimiento ciudadano ha decidido plantarse ante la gerontocracia argelina. Barakat (Suficiente), que nace en las redes sociales, ha irrumpido en la estancada escena política para oponerse al cuarto mandato de Buteflika. Sus primeras concentraciones fuera del ciberespacio apenas han logrado reunir a varias decenas de personas, que han sido rápidamente dispersadas por la Policía y muchas de ellas detenidas violentamente, pero han acaparado la atención de los medios y los grupos de apoyo no dejan de crecer.

La fuerte represión policial, que no dejó florecer en Argelia los brotes de la 'primavera árabe' mientras arraigaban en vecinos como Túnez, mantiene en pie el muro del miedo, denuncian los activistas. Pero la desconexión entre el poder, arcaico y anciano, y la joven sociedad argelina, donde más del 70% tienen menos de 30 años, es cada vez mayor. «El pueblo va a despertar. Hay argelinos, en el corazón mismo del sistema, que no quieren continuar así», asegura Sidali Kuidro Filali, uno de los fundadores de Barakat, en las páginas de El-Watan. «El poder no quiere verlo. Pero la realidad le va a alcanzar rápidamente», advierte.