EL INDEPENDENTISMO BUSCA SU PLAZA DEL TAHRIR
El soberanismo redobla la presión y la Asamblea Nacional de Cataluña prepara un gran acto de impacto mundial para la Diada de este año
Actualizado:La Asamblea Nacional de Cataluña, el motor del movimiento independentismo que arrastra a los partidos, busca un acto de impacto mundial en la Diada del 11 de septiembre de este año, solo dos meses antes del referéndum de autodeterminación que Artur Mas está empeñado en convocar. Busca su plaza del Tahrir egipcia o el Maidan de la Indepedencia ucraniano, una protesta que ponga los ojos de todo el mundo en Cataluña y que fuerce a Mariano Rajoy a no permanecer impasible.
«Estamos preparados para volver a hacer historia, este año llenaremos las calles y las urnas». Lo afirma la Asamblea Nacional Catalana, el principal lobby independentista que nació hace dos años sin meter ruido y sin que nadie le diera demasiada importancia, de hecho un destacado miembro del Gobierno catalán se refería a ellos como una 'cuadrilla de frikis', pero que con el paso del tiempo se ha consolidado como el catalizador del proceso soberanista catalán. «Somos la sociedad civil y su punta de lanza», afirma Jaume Marfany, vicepresidente de la ANC, entidad que surgió a partir de la iniciativa de personalidades del mundo académico y de la cultura y que en sus inicios estuvo ligada a Esquerra Republicana, aunque con el tiempo ha marcado un perfil propio e independiente. «Somos los vigilantes del proceso», puntualiza Marfany.
«Son un grupo de presión», resume Xavier Ballart, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona. En su hoja de servicios destaca su capacidad para sacar a la calle a cientos de miles de personas, la cifra de millón y medio goza de un consenso bastante generalizado, en las diadas del 11 de septiembre de 2012, con una gigantesca manifestación en Barcelona, y 2013, con una cadena humana que atravesó de norte a su Cataluña. Un poder de convocatoria que solo tiene el Barça cuando gana una Liga de Campeones.
Para la Diada de este año, el de la consulta y el que para ellos es el último de Cataluña como comunidad autónoma española, la Asamblea, un ejército de 30.000 socios y voluntarios capitaneados por Carme Forcadell, prepara una nueva protesta de impacto mundial, que cumpla dos objetivos: que sirva para calentar motores de cara a la consulta independentista del 9 de noviembre y que ofrezca la imagen a nivel internacional de un pueblo, el catalán, que quiere convertirse en un nuevo Estado.
La dirección de la ANC se pone el listón muy alto y pretende superar los registros de los dos años anteriores. «Será complicado, pero lo vamos a intentar», dicen. La acción concreta es a día de hoy un secreto de estado. Aun así, Marfany descarta dos de las opciones que se habían apuntado: celebrar la Diada en Bruselas o subir a los tres picos más significativos de Cataluña -Canigó, Pica d'Estats y Matagalls- porque no todo el mundo podría participar.
La respuesta, el sábado
La opción final aún no está decidida pero con todo seguridad tendrá lugar en Barcelona. Sobre la mesa está también, según fuentes independentistas, levantar una especie de Tahrir en la plaza Cataluña, posibilidad que no entusiasma a Marfany porque a su juicio se escaparía al espíritu festivo, positivo y familiar que busca la ANC. Dirigentes de CiU, Esquerra y miembros de la propia Asamblea, en cambio, consideran que sería un golpe de efecto contundente.
La opción ganadora se conocera el próximo sábado. Ese mismo día, la ANC escenificará además el salto cualitativo que ha dado en los últimos meses. Hasta ahora, su papel era actuar como agente movilizador y aprovechar ese poder de convocatoria para exigir a las fuerzas políticas que no se desvíen ni un milímetro del camino hacia la independencia porque de lo contrario tendrá a cientos de miles de personas dispuestas a salir a la calle.
Sin embargo, el 5 de abril, tres días antes de que se celebre el debate sobre la consulta independentista en el Congreso, la organización aprobará su hoja de ruta, una programa independentista puesto negro sobre blanco, que tiene dos fechas marcadas en rojo en el calendario: el 9 de noviembre, con la consulta de autodeterminación, y el 23 de abril de 2015, día de la proclamación de la independencia. Ahí arrancaría el inicio del proceso constituyente de la república catalana, que culminaría con la aprobación de una constitución el 11 de septiembre del próximo año. Para más tarde, dejan el reconocimiento internacional y, si así lo quiere la población de sus territorios, la «reunificación de la nación catalana» con Baleares, Comunidad Valenciana y el Rosellón francés. Para un escenario extremo, en un supuesto de intervención o suspensión de la Generalitat y del Parlamento por parte del Gobierno central, la ANC plantea crear una asamblea de cargos electos, con representantes municipales y autonómicos que tendría la misión de proclamar la independencia de forma unilateral y nombrar un Gobierno de forma provisional que ejecute su decisión.
«La ANC tiene prisa y empuja», afirma Xavier Ballart. Jordi Calvet, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona, en cambio, cree que la agenda de la entidad es una especie de «brindis al sol». «Las promesas les salen gratis porque no tienen que responder ante sus electores, como los políticos. Actúan como un partido pequeño que sabe que nunca tendrá el poder y puede prometer casi lo que quiera».
«Somos ambiciosos porque queremos presionar al máximo», afirma Marfany. «La idea que tiene que quedar clara -señala- es que el proceso no se puede dilatar; si no hay consulta, elecciones en el primer trimestre de 2015 para declarar la independencia el día de Sant Jordi (el 23 de abril)». «No hay marcha atrás», afirma. Desde la Asamblea confían en Mas, no tanto en CiU, y aseguran que en privado les ha prometido que no les fallará y que llegará hasta las últimas consecuencias.
La ANC lo niega, pero la principal crítica que recibe es que trata de marcar la agenda de la Generalitat y que obliga al presidente catalán a ir a remolque de las reivindicaciones de la calle bajo la amenaza de quedarse sin el apoyo del soberanismo. Mas es «rehén» de Oriol Junqueras y de Carme Forcadell, repiten con asiduidad desde el PSC y el PP.
Calvet cree que es «exagerado» afirmarlo. «Nuestra función -aclara Jaume Marfany- se complementa con la de los partidos». Aunque es consciente de la influencia de la organización y en especial de su presidenta, lingüista, funcionaria de la Generalitat, militante de Esquerra Republicana y concejala del Ayuntamiento de Sabadell entre 2003 y 2007, que no destaca por su profundidad argumental ni por la brillantez de su oratoria, pero cuya autoridad está fuera de dudas y si diera el salto a la arena de los partidos haría temblar a los mismísimos Mas y Junqueras.
Ilegalización
Además, los rumores sobre una posible ilegalización de la entidad, deslizados en la prensa conservadora de Madrid, no han hecho más que fortalecer el liderazgo de Forcadell, que no parece sentir la presión en el papel de enemigo número uno del Estado. «Tardaban mucho en atacarnos y en ponernos en el punto de mira», afirma el número dos de la organización, que con ironía da las gracias a los que desde Madrid han iniciado una campaña contra la asamblea, que se financia con las cuotas de los simpatizantes, porque en solo diez días ha pasado de los 22.000 a los 30.000 socios que pagan cuatro euros al mes.
Marque o no a Mas y le obligue o no a ir a remolque, la ANC, según Calvet, es el reflejo de la transformación profunda que se está dando en la política y en la sociedad. Estos cambios, en Cataluña, motivados por la crisis, la sentencia del Constitucional sobre el Estatut y algunas políticas del PP se traducen en parte en una cada vez mayor distancia con el resto de España, que se traduce en que entre el 55 y el 60% de la población votaría hoy sí a la independencia y el 75% está a favor de la consulta.