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El Papa, durante el sacramento de la penitencia en la basílica de San Pedro. :: REUTERS
Sociedad

Un Papa se confiesa por primera vez en público y arrodillado

Francisco rompe otra barrera en su proceso de desmitificación de la figura del pontífice con un insólito rito penitencial en el Vaticano

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
ROMA.Actualizado:

Parece mentira, pero hasta ayer no se recordaba haber visto a un Papa confesarse en público. Confesando él, sí, pero no al revés. Los pontífices lo hacían en privado, pero era un acto reservado que mantenía su aureola de infalibilidad en un pedestal. Francisco hizo ayer lo normal, o lo que se supone normal para un Papa, en una ceremonia de penitencia en la basílica de San Pedro: pararse en un confesionario, arrodillarse y contar sus pecados a un sacerdote. Pero con Bergoglio lo normal es revolucionario. «¿Quién entre nosotros puede presumir de no ser un pecador?», se preguntó en su homilía.

Este nuevo gesto rompedor del Papa argentino se produjo durante el llamado Rito de la Reconciliación, apertura de una jornada de 24 horas dedicada por la Iglesia a la penitencia, con motivo de la cuaresma, en las diócesis de todo el mundo. Francisco se quitó la capa pluvial morada y bajó del imponente altar de la basílica para confesar a algunos fieles, como estaba previsto, en la nave central. Pero antes decidió hacerlo él. Conversó con el sacerdote casi tres minutos. Luego se sentó a confesar a una fila de personas que aguardaban su turno.

Se trata de otro detalle de humildad para hacer ver que no está por encima de nadie, sino que se coloca entre la gente y predica con el ejemplo. Bergoglio lo comenzó a hacer desde el momento en que apareció en el balcón de la basílica cuando fue elegido, hace un año: antes de dar la bendición a los fieles se arrodilló para recibirla él. Poco después celebró el rito del Jueves Santo en una prisión de menores de Roma, donde él mismo lavó los pies de algunos reclusos, entre ellos mujeres y musulmanes. Todo su pontificado ha sido luego una sucesión de gestos de sobriedad, para dar credibilidad a la Iglesia católica.

En su última entrevista, publicada en el 'Corriere della Sera' este mismo mes, Bergoglio insistió en que era un pecador como cualquiera y que se confesaba frecuentemente, al menos cada 15 días. Ayer enumeró los «comportamientos buenos» que nacen «en el corazón del hombre renovado»: «hablar siempre con verdad y evitar las mentiras, no robar, compartir lo que se posee con los demás, no ceder a la ira, al rencor y a la venganza, sino ser mansos, magnánimos y dispuestos al perdón, no caer en la maledicencia que arruina la buena fama de las personas, sino mirar el lado positivo de cada uno».

Banco vaticano

La Justicia italiana procesará al exdirector general del banco vaticano (IOR), Paolo Cipriani, y al exvicedirector, Massimo Tulli, por presunto blanqueo de dinero, tras cuatro años de una investigación que abrió una sucesión de escándalos en la entidad. Es un hito histórico en una nueva fase de cooperación de la Santa Sede con la Justicia italiana.

Hasta ahora siempre la había rehuido, sobre todo en los asuntos sucios que han rodeado el polémico banco, donde en el pasado transitó dinero negro de la Mafia y de la corrupción política.