El asalto al futuro del Museo Arqueológico
De Atapuerca a la revolución industrial, recorre un millón de años mediante las técnicas museísticas más sofisticadas
Actualizado: GuardarA los 147 años de su creación el Museo Arqueológico Nacional (MAN) asalta el futuro. La institución decimonónica entra decidida en el siglo XXI. Culmina un proceso de rehabilitación integral de 12 años y más de 65 millones de euros para incorporarse a la modernidad por todo lo alto. Con las más modernas y sofisticadas técnicas museísticas y una brillante y eficaz rehabilitación arquitectónica gana superficie y calidad expositiva para narrar un viaje apasionante. De Atapuerca a la revolución industrial, recorre un millón de años de historia. Mariano Rajoy lo inaugura el lunes y se abre al público el martes.
El MAN, hasta hace nada el hermano olvidado de los grandes museos públicos, recupera su perdido esplendor. La casa de la Dama de Elche, el tesoro de Guarrazar y la efigie de Livia Drusilla mira al fin de tú a tú a sus vecinos. Creado en 1867, a espaldas de la Biblioteca Nacional, en el áureo eje Prado-Recoletos, apenas a un kilometro de Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, su recreación de los cimientos al tejado lo convierte en «otro» museo en las antípodas de lo que fue. Ascendido a la 'champions' de la museografía, tampoco tiene nada que envidiar a santuarios europeos de la arqueología, como los museos los de Pérgamo en Berlín, o los de Atenas y Marsella. Su remodelación ha sido sensiblemente más barata. Lo destacó un orgulloso y «muy satisfecho» José Ignacio Wert. En su visita ayer a la institución el ministro comparó los 2.161 euros de coste por metro cuadrado del MAN con los 5. 652 del museo de la Acrópolis y los 14.390 del Neues Museum de Berlín. «Es la actuación de mayor calado en museos públicos en los últimos años y su colección nos permite conocer a través de sus bienes lo que fuimos, somos y seremos», dijo.
Treinta millones ha consumido un proyecto museográfico de esplendorosos resultados. El resto fue para la obra civil iniciada en 2008 que convierte el vetusto caserón del XIX en un luminoso y eficiente contenedor tecnológico del XXI. Tecnificado, moderno, accesible, didáctico y entretenido, renueva salas, instalaciones y dotaciones. Han sido necesarios seis años de obras en varias fases, con dos y medio cerrado al público.
Su superficie útil pasa de 19.280 a 23.303 metros cuadrados, lo que supone un aumento del 13%. La reordenada colección gana 3.000 metros cuadrados y se despliega en los casi 10.000 que suman las 40 salas distribuidas en tres plantas. Las salas acogen más de 13.000 objetos arqueológicos, frente a los 15.000 que se mostraban antes y que proceden de una vasta colección de más de un millón y medio de objetos. Los espacios de uso público casi se duplican. Crecen un 44% y cuentan por fin, con servicios como tienda, cafetería, auditorio, salas de actos y un fabuloso vestíbulo. Cambia la cara comenzado por su acceso principal. En lugar de subir la vieja escalinata hay que descender al nivel menos uno sin ninguna barrera arquitectónica. Dos luminosos patios son los ejes de comunicación y se suman a la superficie expositiva. El mármol travertino y la tropical madera de merbau, resistente a los xilófagos, son los materiales esenciales de la intervención. Se ordena en torno a los patios, ahora cubiertos con claraboyas, que aportan luz natural al vestíbulo que ha multiplicado por cinco su superficie. Se ha aprovechado la planta bajo cubierta para servicios internos y biblioteca y la cámara acorazada del gabinete numismático pende del techo.
«En este edificio del XIX que entra de golpe en el XXI solo se habían hecho apaños durante el XX», destaca el director, Andrés Carretero. «La colección permanente se dispone para durar una generación, de 25 a 30 años. Hay que ser comedidos; no se puede experimentar y pensar en un discurso y puesta en escena si no es a largo plazo».
Con el anticipo de la primordial Lucy hallada en el corazón de África donde vivió hace 3,2 millones de años -se exhibe una reproducción de su osamenta-, el recorrido cronológico va de Atapuerca y el paleolítico inferior al reinado de Isabel II. Recorre casi un millón de años de nuestra historia narrados mediante las más modernas técnicas audiovisuales y museísticas
Las colecciones de Grecia, Oriente Próximo, Antiguo Egipto y Nubia completan el panorama de las culturas mediterráneas más antiguas e influyentes en nuestra cultura. La Dama de Elche, muy cercana a la de Baza, que se exhibe ahora con todo su ajuar, los tesoros celtibéricos y visigóticos como el de Guarrazar, las estatuas romanas de Livia y Tiberio o los jarrones de la Alhambra -cuatro en todo el mundo- siguen siendo joyas del museo. Pero gana relevancia todo lo que antes era subsidiario de estas piezas estelares. Se mantiene la reparada reproducción de las cuevas de Altamira.
El novedoso programa de conservación y restauración incorpora a la exposición las magníficas restauraciones de mosaicos romanos, artesonados y yeserías árabes, las cuatro momias egipcias o la soberbia y milenaria cerámica griega.