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Estado en el que quedó la terraza del piso tras el incendio en el que murieron ayer cuatro niños en El Vendrel. :: JAUME SELLART / EFE
ESPAÑA

El Vendrell se tiñe de luto por la muerte de cuatro niños en un incendio

Las víctimas pertenecían a una familia marroquí que fue desahuciada por el banco en 2011 y volvió a ocupar la vivienda

CRISTIAN REINO
BARCELONA.Actualizado:

El Vendrell se despertó ayer de luto por la mayor tragedia que se recuerda en esta localidad tarraconense. Cuatro hermanos de una familia de origen marroquí perdieron la vida en el incendio de su casa el martes por la noche.

Las causas, al cierre de esta edición, eran una incógnita, aunque se apuntaban varias hipótesis; entre ellas la chispa de una estufa, un cortocircuito o algún problema en la precaria conexión eléctrica, probablemente en el comedor. Todo está abierto. El consejero de Interior, Ramón Espadaler, solicitó que «no se especule» con las causas del incendio hasta que concluya la investigación. Sea como fuere, en el fondo del accidente ocurrido sobre las 23.30 horas estaba la situación de precariedad y pobreza en la que residía la familia, en un piso de 60 metros cuadrados. Eran nueve, padre, madre, seis hijos y un primo.

Los cuatro hermanos fallecidos, de tres, cinco, ocho y doce años, dormían en la misma habitación cuando se desató un fuego muy virulento, que apenas dejó rastro de los muebles de la casa. El padre, de 51 años, intentó socorrerles tras salir a la calle y pedir auxilio entre el vecindario. El hombre sufrió quemaduras graves en el 11% de su cuerpo y fue trasladado a la Unidad de Grandes Quemados del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. También ingresaron en el centro sanitario la madre y dos hijos, uno de dos años y el otro un joven de 18.

Según relataron los servicios de emergencias, el padre y el hijo mayor pudieron escapar al salir por el balcón. Una huida que pudo ser fatal ya que al abrir las puertas es posible que la entrada de aire avivara las llamas. La madre, en cambio, que tenía al bebé en brazos, fue rescatada por los bomberos. La mujer permanecía en la única estancia de la casa que no estaba devorada por el fuego. Asustada, gritaba «los niños, los niños». Los pequeños estaban dormidos en una habitación contigua. Cuando los bomberos accedieron ya estaban muertos.

Segundo incendio

Los vecinos relataron, y el Ayuntamiento confirmó los datos, que la familia ocupó la vivienda siniestrada hace un año, después de haberla dejado hace tres al haber sido desahuciados por el banco. El padre comunicó en 2011 a los servicios sociales del consistorio que había perdido un juicio con una entidad financiera y que debía abandonar el domicilio de forma inmediata.

Padre, madre e hijos se dieron de baja del padrón municipal y se trasladó a la localidad vecina de Santa Oliva. La familia arrastraba dificultades económicas desde 2010, cuando el padre, que tenía una carnicería, sufrió un incendio en su establecimiento que dio al traste con el negocio. Fuentes municipales señalaron que entonces pidieron ayuda para que se les tramitara la prestación de la renta mínima de inserción, ayuda que no llegaron a cobrar porque siempre presentaban la documentación incompleta.

Sin trabajo y dependiendo de las ayudas del consejo comarcal y de las chapucillas que iba haciendo el padre, la situación era cada vez más precaria, lo que les llevó primero a instalarse en Santa Oliva y más tarde a regresar a su antiguo domicilio y ocuparlo de manera ilegal. Vecinos de la zona señalaron que en el barrio, castigado por el paro y la crisis, hay bastantes viviendas en la misma situación. El banco desahucia a los propietarios, pero ante la imposibilidad de vender el inmueble, éste permanece vacío hasta que alguien rompe la cerradura y se instala. La zona tiene un alto porcentaje de población de origen magrebí que ayer reclamó justicia en la plaza del Ayuntamiento y pidió que no se les deje a su suerte ya que tienen que vivir como «animales».

El Ayuntamiento de El Vendrell decretó dos días de luto. A mediodía, vecinos de la localidad guardaron un minuto de silencio. Un crespón negro en el patio del colegio Teresina Martorell, donde estudiaban los niños, y también en las banderas del consistorio recordaron la tragedia. Los cadáveres serán repatriados a Marruecos.