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adiós al padre de la democracia

Suárez: animo a «vivir en unión con la Constitución»

Al recibir del Rey el Premio Grupo Correo Prensa Española, recalcó que "frente a los que matan, no cabe la tolerancia y el diálogo, sólo la ley"

MANU MEDIAVILLA
MADRIDActualizado:

"Hay que vivir en unión con la Constitución", remarcó Adolfo Suárez al recibir de manos del Rey el Premio Grupo Correo Prensa Española a los Valores Humanos en el año 2002. El ex presidente del Gobierno lanzó un vibrante alegato contra el "terrorismo feroz" y a favor de la Carta Magna, cuyos valores democráticos y de solidaridad -dijo- "hay que llevar a la calle, hacer de ellos nuestros hábitos normales de convivencia". Don Juan Carlos elogió del galardonado las "necesarias y difíciles virtudes de la conciliación y el consenso", así como "su magisterio de tolerancia y su pasión por la construcción pacífica del pluralismo".

En la entrega del premio, presidida por los Reyes y con presencia de numerosas autoridades y personalidades de la vida política, económica y cultural, el presidente y el vicepresidente de Grupo Correo Prensa Española (GCPE) dedicaron un recuerdo especial a Santiago Oleaga, el director financiero de 'El Diario Vasco' asesinado por ETA el 24 de mayo de 2001, a la vez que reiteraban su decidida apuesta democrática frente a la "permanente amenaza del terrorismo". "Estas agresiones incalificables no nos doblegarán. Todos tenemos el deber de poner todas nuestras fuerzas al servicio de la vida, de la convivencia pacífica y de la razón democrática", recalcó Santiago de Ybarra. "No vamos a claudicar, tengan la seguridad de que defenderemos con todas nuestras fuerzas la implantación de la razón democrática", coincidió José María Bergareche.

Convivir en paz y libertad

Suárez agradeció el galardón, concedido por su "contribución al proceso de transición política a la democracia", y se felicitó de que en los 25 años transcurridos desde la Ley para la Reforma se hayan constituido en referencia constante del quehacer político "los valores de democracia, libertad, pluralismo y solidaridad, y las actitudes de tolerancia, diálogo y consenso". Para un "pueblo que había sufrido mucho en sus enfrentamientos civiles, que, a su vez, habían generado entre nosotros mitos de separación y extraños complejos de inferioridad", lo importante era "entender que siempre es mucho más lo que nos une que lo que nos separa". Bastaba, pues, con "asumir toda nuestra historia, con sus aciertos y sus errores (...) y dar el salto hacia el futuro, sin ataduras ni hipotecas, para encontrarnos en la orilla de la democracia, de Europa y de la modernidad".

Esta fue para Suárez "la gran hazaña de la transición que protagonizó el pueblo español", que se completó con el descubrimiento de la importancia del español "diferente" -con distintas creencias, convicciones u opiniones-, pero "complementario", y "con el que debo convivir en paz, justicia y libertad para lograr entre todos esa concordia civil que se llama España". En cambio, "quienes matan, secuestran y extorsionan, quienes optan por la violencia como método de actuación política, no son nuestros complementarios. Solo son destructores de los valores democráticos. El mal que procuran y el daño que infringen, nos lo hacen a todos. Todos somos por ellos amenazados, humillados y ofendidos".

El ex presidente del Gobierno se mostró convencido de que el "nuevo Estado social y democrático de Derecho, de estructura autonómica, ha supuesto para las nacionalidades y regiones que constituyen España las más altas cotas de autogobierno". Y de que ello "ha sido posible porque la inmensa mayoría del pueblo español ha culminado una profunda reconciliación nacional que nos plantea como ideal irrenunciable la España de todos y para todos".

Crímenes injustificables

Una voluntad de convivencia democrática, insistió, "capaz de superar las más duras pruebas, y, entre ellas, los golpes de un terrorismo feroz que ha pretendido, sin conseguirlo jamás, impedir la construcción del Estado democrático, cercenar nuestras libertades y paralizar la vida y el progreso de España". Suárez no dejó lugar a dudas: "Por la democracia, la libertad y los derechos humanos se puede dar la vida; lo que no se puede es arrancar, en nombre de cualquier fundamentalismo, su vida a nadie. No existe creencia religiosa o convicción política que legitime el asesinato o la extorsión. Frente a los que matan, no cabe la tolerancia y el diálogo: sólo la aplicación estricta de la Ley y la fuerza legítima del Estado de Derecho".

En ese sentido, Santiago de Ybarra no pudo evitar "hacer una referencia dolorosa a la herida que sangra todavía, en el País Vasco, donde aún el terror y la muerte atenazan a un martirizado sector social que no se pliega al delirio del fanatismo". El presidente de GCPE homenajeó "a quienes han caído en defensa de los valores que hoy honramos" y dedicó un "recuerdo emocionado y solidario a quienes padecen a diario por profesar nuestras ideas y por su amor a la libertad". Tras condenar el asesinato de Oleaga y el frustrado atentado contra Enrique Ybarra, recordó que "muchos de quienes trabajamos en el Grupo Correo Prensa Española en distintas esferas de responsabilidad somos víctimas de la amenaza permanente del terrorismo, y participamos por tanto de forma muy directa y dolorosa del drama que afecta a una parte muy notable de la sociedad vasca, que no está dispuesta a claudicar". En esa línea, también José María Bergareche, vicepresidente y consejero delegado de GCPE, denunció "la absoluta falta de libertad con la que desempeñamos nuestro quehacer diario, fundamentalmente en el País Vasco".

En contraste con esa amenaza violenta, todos los oradores destacaron la figura de Adolfo Suárez, a quien Santiago de Ybarra señaló -"junto con el Rey" y "al frente de los mejores impulsos de la ciudadanía de este país"- como protagonista clave de la transición a la "irreversible democracia" española. Él trajo, añadió, "un cúmulo de convicciones que han arraigado para siempre entre nosotros", como el consenso, la tolerancia o el respeto. Dicho en palabras de Don Juan Carlos, "el mejor homenaje que puede rendirse hoy al duque de Suárez es el de reconocer que sin su esfuerzo, su abnegación, su lealtad -y lo recalco: su lealtad- y su patriotismo, España no habría volado tan alto ni tan deprisa".