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Martínez, Casa Manteca y 145 pelotas

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Ahora imaginemos al secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, tomándose una cerveza helada en Casa Manteca. Elijo ese lugar porque es paraíso en la tierra. Tomás le está cortando una cuñita de queso y una mojama y en ese momento justo, Martínez percibe el curioso cosquilleo de la primavera en las plantas de los pies. Desde allí huele a mar. Está en la gloria. Ahora pongamos que de pronto entran unos tipos al bar y disparan 145 pelotas de goma. No tratan de herirle, ni tiran a dar; sólo quieren grabar la escena y comprobar si el señor secretario de Estado, en mitad del tiroteo, se sigue tomando su cervecita con esa firmeza suya de rueda de prensa. Si en la grabación posterior se observan «escenas de pánico» o si en cambio, mantiene la sangre fría y la tranquilidad bajo el fuego que guardaron, según su versión, los inmigrantes que fallecieron ahogados en la playa del Tarajal.

Para ser rigurosos, habría que apagar la luz del bar y llenarlo con tres metros de agua helada. Así también podría el señor Martínez descubrir cómo insinuando que los disparos de la Guardia Civil no tuvieron que ver con las muertes, se porta como un tonto integral que no sabe lo que es el agua ni las pelotas de goma. O si en cambio piensa que los tontos somos los demás. Yo voto por la segunda.

La tragedia de Ceuta fue un error, terrible, pero un error y alguien tiene que depurar culpas, señalar al que dio la orden de apuntar las bocachas al mar y dejar de engañar a la gente. Alguien con nombres y apellidos la cagó y no tiene que ver con que esperen en la valla 40.000 o 40 millones, ni con que las fronteras sean necesarias, ni con que Europa mire para otro lado. Sencillamente, la Guardia Civil no es un cuerpo que se dedique a matar inmigrantes y en este país no se ahoga a la gente. Dada la gestión posterior de la crisis y todas las mentiras que vinieron, la única manera de defender el honor del Cuerpo y de paso de España sería dimitir en cadena. Los que insultan a la Guardia Civil son ellos. No lo saben o no les importa.