El Gobierno da por cerrada sin ceses la crisis política por la tragedia del Tarajal
El PSOE condiciona un pacto de Estado a la dimisión del director de la Guardia Civil, pero renuncia a reprobar al ministro
Actualizado:La tragedia del Tarajal, en la que murieron quince inmigrantes que intentaban entrar a nado en Ceuta es caso cerrado para el Ministerio del Interior. Su titular, Jorge Fernández Díaz, argumentó ayer que su departamento ha dado ya a los grupos parlamentarios toda la información de que disponía para intentar aclarar lo sucedido. «A partir de ahí -dijo- estamos dispuestos a construir juntos por el bien de España». Ahora exige del primer partido de la oposición diálogo para tratar de sellar un pacto de Estado. Pero el PSOE se resiste a ofrecer una imagen de excesiva complacencia.
Los socialistas han protagonizado en la última semana, desde su interpelación por este asunto a Fernández Díaz en el pleno del miércoles 12, una marcha atrás en toda regla. De amenazar con presentar una moción de reprobación contra el ministro, por la falta de explicaciones suficientes y por la negativa del PP a debatir siquiera la creación de una comisión de investigación, ha pasado a una cierta ambigüedad. Sigue exigiendo, como hace quince días, la dimisión del director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, y del delegado del Gobierno en Ceuta, Francisco Antonio González Pérez. Pero ahora descartan censurar al ministro.
Y no es que las cosas hayan cambiado de manera drástica por el camino. El portavoz del grupo parlamentario en la comisión de Interior, Antonio Trevín, dejó claro de hecho que la ansiada comparecencia ofrecida por el ministro como prueba de su voluntad de transparencia, y en la que el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, mostró los vídeos y audios de los acontecimientos del 6 de febrero entregados al juzgado número 6 de Ceuta que investiga los hechos, resultó decepcionante a todos los efectos. Pero Alfredo Pérez Rubalcaba nunca quiso, en realidad, reprobar al que, al fin y al cabo, es su sucesor en uno de los ministerios más complicados del Gobierno.
Batalla interna
En el partido socialista admiten la existencia de una «batalla» entre el secretario general y la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, a cuenta de este tema. El líder del PSOE considera, influido por su propia trayectoria, que hay cuestiones que son tan delicadas para el Estado que exigen una actitud muy medida por parte de la oposición. Pero en su partido existe un fuerte debate interno entre quienes creen que no se puede dar lanzar un mensaje de condescendencia ante hechos de gravedad como el disparo de pelotas de goma o el uso de cuchillas mutiladoras en las vallas fronterizas -mensajes que, por otro lado, refuerzan la idea de que no existen diferencias entre el PP y el PSOE- y quienes advierten de que cada vez que socialistas y populares se han enfrentado por la inmigración, el coste electoral ha sido para los primeros.
La dirección del partido intenta pues un difícil equilibrio. Renuncian a mantener la presión por los sucesos de Ceuta al más alto nivel, pero rechazan servir en bandeja al Gobierno un pacto de Estado. Soraya Rodríguez advirtió el martes de que no habrá acuerdo alguno en tanto se sigan usando concertinas y se pretenda una política de devoluciones en caliente. Y además reclamó que se recuperen los recursos dedicados a políticas de cooperación con los países de origen y de tránsito.
A esas exigencias añaden ahora las dimisiones de Fernández de Mesa y González Pérez. Trevín subrayó que ha quedado demostrado que en los sucesos del Tarajal sobró «proporcionalidad» y faltó «previsión y organización». Y defendió que, dado que el propio Fernández Díaz ha admitido que el uso de material antidisturbios fue un error, es preciso que se asuman responsabilidades.
El portavoz popular de Interior, Conrado Escobar, acusó al PSOE de adoptar una actitud en el Gobierno y otra en la oposición y argumentó que nunca un ministro del Interior había realizado un ejercicio de transparencia como el que este miércoles vivió la cámara baja, algo que los socialistas conceden hasta cierto punto. «Han renunciado -dijo- a la razón más importante, que es la razón de Estado».