Correa y 'el Bigotes' callan ante Ruz para no empeorar su camino al banquillo
Los cabecillas de la 'Gürtel' prefieren reservar su estrategia de defensa antes del primer juicio en el tribunal de Valencia
Actualizado:Entraba dentro de las cábalas y al final se cumplió. Un sonriente Francisco Correa pasó ayer de puntillas por la Audiencia Nacional, donde estaba citado a declarar como imputado por el 'caso Gürtel'. El cerebro de una trama corrupta con 187 imputados en varias comunidades, 74 de ellos excargos del PP, se acogió a su derecho a no responder al juez, tal y como le asiste su condición de acusado. La misma estrategia que utilizó su delegado en la Comunidad Valenciana, Álvaro Pérez, 'el Bigotes', que también fue citado ayer en el tribunal central.
Correa descendió de un BMW de alta gama minutos antes del mediodía. Lucía traje y corbata azul marino, pantalón beis y camisa de raya gruesa con gemelos. En su mano derecha portaba un reloj de varios miles de euros y en la otra un móvil. Sonriente, con aspecto saludable, como si los tres años y medio de prisión preventiva no le hubieran pasado factura, saludó timorato al entrar al tribunal cuando escuchó de fondo su nombre de pila, «¡Paco, Paco!», con reiteración.
Con las mismas, 20 minutos después salió del juzgado y raudo apareció al todoterreno que lo trajo. Se subió esta vez por la parte de atrás y en medio de un bosque de flases fotográficos salió con prisa. «¿Por qué no ha declarado?», le preguntaron a bocajarro. Y la respuesta fue una sonrisa natural.
No fue una sorpresa. Francisco Correa, 'Paco', 'Don Vito' o 'PAC', según declaró el miércoles su lugarteniente Pablo Crespo para rebatir los informes «novelados» de la Policía, no declaró en su primera presencia -y probablemente la última- ante el juez instructor Pablo Ruz, que está dispuesto a llevar este año a juicio una parte del 'caso Gürtel'. Podrían ser los contratos que la trama consiguió de la Comunidad de Madrid y algunos de sus ayuntamientos más distinguidos por su volumen de renta, Pozuelo, Majadahonda o Boadilla. Una rama del caso en la que está implicado el único preso preventivo, Luis Bárcenas, que tiene preferencia para ir primero a juicio.
Un silencio medido
Las razones del silencio de Correa atendieron a una cuestión de su estrategia de defensa. Quizá porque el volumen de pruebas, informes periciales y testimonios que le incriminan hacía poco recomendable su declaración ante el inminente juicio en el Tribunal Superior de Valencia, que arrancará el próximo 31 de marzo, por los contratos firmados con la consejería valenciana de Turismo en Fitur.
Quizá porque la última bala que tenía 'Don Vito' la gastó con los recursos que pedían la nulidad de toda la causa, a partir de la 'teoría del fruto del árbol contaminado', según la cual unas escuchas invalidadas de la investigación afectaban al resto de los medios de prueba. Una consecuencia de la condena del Tribunal Supremo al juez Baltasar Garzón, primer juez del 'caso Gürtel', por interceptar las conversaciones de los abogados de los imputados en prisión.
Las defensas de Correa, Crespo, 'el Bigotes' o el propio Bárcenas pretendían que el juez Ruz o la Sala de lo Penal admitieran sus apelaciones. Lo creían posible, ya que no era la primera vez que unas escuchas anuladas acabaron diluyendo toda una causa de corrupción, ahí está el 'caso Naseiro' sobre la presunta financiación irregular del PP a principios de los noventa.
Pero en un auto trascendental a finales de febrero, la Sala de lo Penal rechazó tal pretensión y validó todas las pruebas obtenidas contra los imputados, antes y después de esas escuchas de Garzón. De ahí los lamentos que Correa pronunció este jueves a Ruz. «A mí me encausó un juez que fue inhabilitado por una escuchas ilegales. Yo confiaba en que se archivara el caso, pero al final no. He perdido la confianza» en la Audiencia Nacional, declaró 'Don Vito'.