'Il Cavaliere' deja de ser 'cavaliere'
Berlusconi renuncia al título honorífico por méritos del trabajo, origen de su apodo, antes de que se lo quiten tras su condena
ROMA.Actualizado:La condena firme por fraude fiscal del pasado mes de agosto contra Silvio Berlusconi no sólo le ha dejado sin escaño en el Senado, de donde fue expulsado en noviembre. No sólo, por tanto, sin inmunidad parlamentaria. Y no sólo no podrá presentarse a unas elecciones en seis años ni votar en dos. Lo último, noticia de ayer, es que ha perdido el título honorífico de 'cavaliere del lavoro', concedido en 1977 cuando descollaba como constructor.
En otro caso no hubiera sido llamativo, pero en el suyo significa el fin de su histórico sobrenombre, 'Il Cavaliere'. Ya no se le podrá llamar así y es un problema para los sinónimos que usan los periodistas, era muy socorrido. Es el último y más vistoso rasgo de su identidad pública en caer estrepitosamente. Una de esas metáforas que cierra una época en Italia.
El título de 'cavaliere', una condecoración a los méritos en el trabajo, es incompatible con algunos delitos que, lógicamente, quitan todo mérito a ese trabajo, como el fraude fiscal o la corrupción. Es el caso de Berlusconi, según han probado los tribunales en varias ocasiones, pero esta vez de forma definitiva. El Tribunal Supremo rechazó el martes por la noche el último recurso de los abogados del ex primer ministro y la sentencia ya es irrevocable. Para empezar, acaba con toda posibilidad de que el líder de la derecha italiana se pueda presentar a las próximas elecciones europeas de mayo, como andaba fantaseando.
Tras la sentencia del martes la Federación Nacional de los 'Cavalieri del Lavoro' se reunió ayer para decidir la retirada del título a tan ilustre miembro. Sin embargo, según anunció la institución, ha sido el propio 'Cavaliere' el que ha renunciado al cargo. Tal vez para evitar la humillación de una expulsión -se suele utilizar el argumento de «indignidad»- ha enviado una carta en la que se suspende del título.
El siguiente paso es la ejecución de la pena -cuatro años de cárcel reducidos a uno por un indulto- y la fecha clave es el próximo 10 de abril. Ese día se reúne el tribunal que decidirá si el magnate debe cumplir la condena en arresto domiciliario o si le concede la posibilidad de realizar servicios sociales alternativos de voluntariado. Depende de su buena conducta, por eso está últimamente más calladito, aunque sigue pensando que la sentencia es fruto de una conspiración y es un golpe de Estado de la magistratura comunista.
De todos modos se propone hacer la campaña electoral, donde al menos podrá explotar el papel de víctima y mártir de la justicia. Sigue corriendo el rumor de que quizá convenza a su hija mayor, Marina, presidenta de Mondadori, o la pequeña Barbara para que se presenten. Así seguiría apareciendo el apellido Berlusconi en los carteles electorales.