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Putin saborea su gran momento
La incorporación de la península dispara la popularidad del jefe del Kremlin, que ayer hasta se dio un baño de masas en la plaza Roja
SIMFERÓPOL. Actualizado: GuardarDespués de la pomposa ceremonia de ayer en el Kremlin proclamando al mundo la anexión de Crimea, en presencia de todo el 'establishment' ruso y la cúpula del Estado, Vladímir Putin se dio un baño de multitudes en la plaza Roja. La crisis con Ucrania ha disparado los índices de popularidad del máximo dirigente del país. «Crimea y Sebastopol están volviendo a casa, al puerto en donde tienen la bandera, a Rusia», gritó Putin entre los vítores de la multitud entusiasta que se congregó en el corazón de Moscú. El presidente hablaba subido a una tribuna instalada al efecto y desde la que después intervinieron otros oradores, entre ellos los autoproclamados líderes de Crimea, y hasta tocaron grupos musicales.
Putin tuvo también palabras para Ucrania, de la que dijo: «Estamos muy preocupados por lo que allí sucede, pero confío en que superará las dificultades. No somos simples vecinos, sino parientes muy cercanos». Y finalizó su alocución con la expresión «Gloria a Rusia». Se interpretó el himno nacional, y después, desde el escenario, un grupo de músicos animó a la multitud a corear «Rusia, Crimea, Putin».
Un reciente sondeo del Centro Ruso de Estudios de la Opinión Pública (VTsIOM) atribuye al jefe del Kremlin un respaldo del 71% entre sus conciudadanos. El índice de apoyo creció un 9,7% desde mediados de febrero, cuando la crisis en Ucrania alcanzó su punto álgido. VTsIOM recuerda que la popularidad de Putin cuando juró su cargo para un tercer mandato, en mayo de 2012, era del 68,8%; y que su momento más bajo, con un 54%, se registró durante las multitudinarias manifestaciones contra su gestión, en diciembre de 2011. El sociólogo del Centro Levada, Alexéi Levinson, considera que «el nivel de popularidad de Putin puede aumentar aún más si la ofensiva del Kremlin en Ucrania continúa». El experto señala que el presidente ruso «explota con éxito su paternalismo».
La semana pasada, el columnista Leonid Radzijovski dijo que Putin no daría marcha atrás en Crimea porque «cuando un caudillo se levanta de la trinchera al ataque y después se lo piensa y se repliega, deja de ser caudillo». Por su parte, el politólogo Gleb Pavlovski, antiguo consejero del Kremlin, piensa que «Putin se encuentra en el centro de esta crisis, lo que multiplica sus posibilidades.
Ahora es Putin, y no los occidentales, quien decide el futuro de la revolución ucraniana». Otros analistas estiman que cuanto mayor sea la presión de Occidente contra Rusia, más aumentará el apoyo ciudadano a Putin. Sin embargo, Pavlovski alerta del peligro de que el máximo dirigente ruso tenga que pagar «un precio estratégico y económico muy elevado. Un precio que nadie sensato estaría dispuesto a asumir». El politólogo se refiere al aislamiento que puede llegar a sufrir Rusia.
La Guerra Fría y la carrera de armamentos hundieron la economía soviética. También lo hizo la sangría en Afganistán. Todo aquello condujo a la desintegración de la URSS. En el momento en el que la economía empieza a ralentizarse y surge la amenaza de recesión, tensar la cuerda con Occidente no parece lo más recomendable, sostiene la oposición.