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Moscú marca las 'líneas rojas' a Occidente
Putin se duele del apoyo de EE UU a la revuelta en Kiev y, con Crimea ya suya, garantiza a Ucrania que no quiere más
Actualizado: GuardarRusia quiere aprovechar una decisión sin precedentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la anexión de territorios pertenecientes a otro país, para marcar las 'líneas rojas' a Occidente. La ceremonia que selló ayer la incorporación de Crimea a la Federación Rusa sirvió a Vladímir Putin para censurar el apoyo de Estados Unidos y Europa a las nuevas autoridades de Ucrania y deplorar «hasta qué punto hay que perder el olfato político y el sentido de la medida para no prever todas las consecuencias de sus acciones». Según Putin, los aliados del Gobierno de Kiev «sabían que en Ucrania viven millones de rusos. Todo tiene un límite, y nuestros socios occidentales han cruzado la 'línea roja', se han comportado de manera grosera, irresponsable y poco profesional».
El líder ruso atacó duramente a Washington. «Nuestros socios occidentales prefieren no guiarse por el derecho internacional en sus políticas prácticas, sino por el poder de las armas». Enumeró guerras «ilícitas» como Serbia, Afganistán, Irak y Libia y criticó una vez más la ampliación de la OTAN y el despliegue del escudo antimisiles. «Quieren arrinconarnos por el hecho de que tenemos una posición independiente, la defendemos, llamamos a las cosas por su nombre y no somos hipócritas», aseguró.
Precisamente la OTAN, según el presidente ruso, es una de las razones por las que un «territorio estratégico como es Crimea (.) debe pertenecer a un Estado estable como sólo puede ser Rusia hoy». La península en manos ajenas «sería una amenaza para Rusia. Me resulta difícil imaginar que voy a Sebastopol y soy recibido por marinos de la OTAN».
El acto en el Gran Palacio del Kremlin reunió al presidente ruso, el primer ministro de Crimea, Serguéi Aksiónov; el presidente del Parlamento de la península, Vladímir Konstantínov; y el alcalde de la ciudad de Sebastopol, Alexéi Chálov,. Los cuatro firmaron las actas de incorporación de Crimea y Sebastopol a la Federación Rusa. Previamente, Putin intervino ante el Parlamento ruso y los miembros del Gobierno en un discurso de casi una hora, interrumpido a menudo por fuertes ovaciones, en el que explicó las razones por de su país para anexionarse Crimea.
El referéndum del domingo se celebró «según las normas del derecho internacional», sostuvo, con un resultado «convincente» que, a su juicio, se explica porque la península «fue siempre parte inseparable de Rusia y lo seguirá siendo». La decisión por la que el dirigente comunista Nikita Jrushiov cedió Crimea a Ucrania en 1954 «se hizo violando las normas constitucional de entonces». Lo que en aquel momento podría parecer un formalismo dentro de un mismo país cambió cuando la URSS se desintegró, y Crimea quedó en otro Estado. Rusia se sintió saqueada y robada. Se olvidaron además de buscar una solución para la Flota del Mar Negro», lanzó el líder ruso en medios de ensordecedores aplausos. Moscú no reclamó la península porque «creímos que los derechos de los rusos serían respetados. Pero la situación evolucionó de otra manera».
El ejemplo de Kósovo
Putin tuvo palabras para Ucrania y dijo comprender el hartazgo de su población por las pésimas condiciones económicas y la corrupción. Señaló que tres millones de ucranianos emigraron a Rusia en busca de mejores condiciones de vida. Pero censuró que la revuelta en el Maidán cayó en manos de quienes «preparaban un golpe de Estado», a los que definió como «nacionalistas, neonazis, rusófobos y antisemitas».
A juicio del jefe del Estado ruso, las actuales autoridades de Kiev «no controlan la situación en el país (.), son los radicales quienes campan a sus anchas», lo que, a su entender, representaba un peligro para el sector ruso de la población, al que «no podíamos abandonar porque habría sido una traición». Con Crimea en el bolsillo, Putin garantizó que Rusia no se adueñará de otras regiones del país vecino. «No queremos partir Ucrania ni nos hace falta». En relación con el envío de tropas a Crimea, Putin defendió que las circunstancias colocaron a Moscú en situación tal que «no podía dar marcha atrás». «Si se fuerza un resorte hasta el tope, éste termina recuperando su forma inicial». Y ello, subrayó, sin violar las normas del derecho internacional. «El acuerdo sobre la Flota del Mar Negro nos permite desplegar allí hasta 25.000 efectivos».
El presidente ruso recordó el ejemplo de Kósovo, antigua provincia de Serbia que se proclamó independiente en 2008, y el hecho de que la ONU «no prohíbe» que los pueblos puedan proclamarse independientes. «¿Por qué lo que se permite a los albaneses de Kósovo no lo pueden hacer los rusos, ucranianos y tártaros de Crimea?», se preguntó. Según su punto de vista, el argumento de que en Kósovo hubo muchas víctimas no es válido. «En Crimea podría haber habido víctimas si no la hubiéramos puesto enseguida bajo control. No ha habido ni un solo tiro», puntualizó, aunque sólo unas horas después un confuso incidente en una base ucraniana le quitó la razón.