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La sangre tiñe la víspera de la consulta

Kiev acusa a Moscú de alentar una nueva oleada de violencia para extender la invasión

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Justo un día antes de que Crimea celebre un referéndum que no reconoce nadie para incorporarse a Rusia, el presidente en funciones de Ucrania, Alexánder Turchínov, alertó de que los episodios de violencia acaecidos el jueves en Donetsk y el viernes en Járkov, con un balance conjunto de tres muertos y numerosos heridos, han sido obra de «agentes del Kremlin» con el objetivo de agitar premeditadamente la tensión en el este de Ucrania, habitada mayoritariamente por rusoparlantes, y así poder justificar una intervención militar en defensa de lo que Moscú llama «compatriotas y conciudadanos».

Por su parte, el ministerio ucraniano de Exteriores denunció ayer la invasión de su territorio por parte de tropas rusas en el istmo Arabatski (región ucraniana de Jersón). Según una nota de la Cancillería ucraniana, «80 soldados rusos se hicieron con el control de la localidad de Strilkove (.) con el apoyo de cuatro helicópteros y tres blindados». Este poblado se encuentra a escasos kilómetros de la frontera con Crimea, en la parte noreste de la península, y no lejos de Chongar, otro pequeño centro de población en la Ucrania continental ocupado también por unidades rusas y situado a un kilómetro de la frontera administrativa de Crimea. Sin embargo, otro intento más de penetrar en la región de Jersón, según el Ministerio de Exteriores ucraniano, fue repelido. La información no indica si hubo bajas o heridos.

El ministerio de Exteriores ruso colgó ayer en su página web una nota asegurando que «nos están llegando muchos llamamientos con la petición de que Rusia defienda a los ciudadanos pacíficos de Ucrania de los ataques de radicales (.) todas estas solicitudes serán atendidas». En el texto del comunicado se hace referencia a los dos muertos habidos en Járkov el viernes por la noche y se acusa de esos crímenes a la organización ultranacionalista ucraniana 'Pravi Séktor' (Sector de Derechas), cuyos activistas, según Moscú, atacaron con armas de fuego a las personas que se manifestaban en contra de las nuevas autoridades de Kiev y a favor de la incorporación de Járkov a Rusia.

El ministerio de Exteriores ruso ya advirtió el jueves, en relación con los desórdenes habidos en Donetsk entre partidarios y detractores de la integración con Rusia, que Moscú «se reserva el derecho de defender a sus compatriotas y conciudadanos» amenazados por «extremistas» en Ucrania.

«Sabéis perfectamente quién está alentando las manifestaciones en el este de Ucrania. Son los agentes del Kremlin los que las organizan y financian, los que están provocando que se asesine a gente», declaró ayer Turchínov ante los diputados de la Rada Suprema (Parlamento). Tanto Turchínov como el jefe del Gobierno, Arseni Yatseniuk y el ministro de Defensa, Ígor Teniuj, temen que, tras la ocupación de Crimea, se produzca una invasión militar en el este de país. Por eso, han pedido a la población de regiones como Járkov, Donetsk y Lugansk que no respondan a provocaciones que puedan servir a Rusia de pretexto para intervenir.

Aún sabiendo que tal decisión no será obedecida por las autoproclamadas autoridades de Crimea, la Rada decidió ayer disolver el Parlamento de la península rebelde. A su vez, el Tribunal Constitucional de Ucrania dictaminó el viernes que la consulta popular de hoy es anticonstitucional. La Corte ordenó además el cese de la actividad de los colegios electorales.

Mientras, ayer en Moscú tenían lugar dos manifestaciones de signo contrario. Una oficial, en apoyo del referéndum de hoy en Crimea y por la anexión de la península a Rusia y la otra opositora en contra del presidente Vladímir Putin, en apoyo al pueblo de Ucrania y de rechazo a los planes del poder de arrebatar Crimea al país vecino.

Las dos estaban autorizadas, pero la más multitudinaria fue la convocada por la oposición. Reunió a más de 50.000 personas en una marcha que comenzó en la plaza Pushkin y finalizó con un mitin en la avenida Sájarov. «¡No a la agresión rusa contra Ucrania!», «¡fuera Putin!», «¡nuestro enemigo está en el Kremlin!» fueron las consignas más gritadas. Los asistentes portaban banderas rusas y ucranianas.

El ex ministro y líder opositor, Borís Nemtsov, intervino en la tribuna para asegurar que, tras su reciente viaje a Kiev, pudo constatar que «la situación allí es de normalidad, no he visto un solo radical». Según Nemtsov, «aquí los medios de comunicación oficiales nos mienten contándonos que allí los fascistas campan a sus anchas». Por su parte, Iliá Yashin, otro dirigente opositor, señaló que les están «empujando» a enfrentarse entre ellos y a «odiar a un pueblo hermano».