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Militares ucranianos participan en maniobras en Nikolaev, una ciudad del sur del país al noroeste de la península de Crimea. :: V. O. / REUTERS
MUNDO

Rusia busca excusas para seguir la invasión

El primer ministro ucraniano desvela a la vuelta de Washington que negocia una ayuda técnico-militar con EE UU y la OTAN

RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL
MOSCÚ.Actualizado:

Poco tiempo medió entre los altercados del jueves por la noche en Donetsk, con un muerto y una treintena de heridos, y la nueva advertencia lanzada por Moscú sobre su «derecho» a defender a sus compatriotas allá donde se encuentren. La celeridad con la que Rusia reaccionó a la muerte de un manifestante, que resultó no ser prorruso sino partidario de las nuevas autoridades de Kiev, demuestra que en el Kremlin buscan urgentemente un pretexto para adentrarse militarmente en el país vecino más allá de Crimea y reinstalar en el poder al depuesto presidente, Víctor Yanukóvich.

Moscú acompaña sus amenazas con un sinfín de maniobras militares, que ahora se han extendido también al ámbito naval, al Mediterráneo. Mientras, el nuevo poder en Kiev negocia con Estados Unidos y la OTAN una ayuda técnico-militar que permita al país hacer frente a una agresión de Rusia aún mayor que la que ya supone la invasión de Crimea.

«Consciente de su responsabilidad por la vida de los compatriotas y conciudadanos en Ucrania, Rusia se reserva el derecho de defenderles», aseguró un comunicado difundido ayer por la mañana por el Ministerio de Exteriores. En la nota se deplora la acción de «grupos radicales» que, armados con pistolas traumáticas y bates de béisbol, atacaron el jueves por la noche en el centro de Donetsk (este de Ucrania) a «manifestantes pacíficos». La Cancillería rusa insiste una vez más en que las autoridades de Kiev «no controlan la situación en el país». El mismo departamento ya venía alertando de que Rusia lanzará una operación militar si «el caos y la anarquía se adueñan» de Ucrania.

Los «turistas de Putin»

En los enfrentamientos protagonizados el jueves en la plaza Lenin de Donetsk por exaltados de ambos bandos, partidarios de la integridad territorial de Ucrania y defensores de la incorporación a Rusia, fueron los primeros los que se llevaron la peor parte. Unos enarbolaban banderas ucranianas y los otros, rusas.

El fallecido, un periodista de 20 años que fue apuñalado, iba con el grupo de manifestantes a favor de preservar la unidad del país y en contra de la secesión de Crimea. Sus compañeros nutrieron también la mayor parte del balance de heridos. Los antidisturbios no lograron separar las dos manifestaciones que marcaron los incidentes más serios después de los acaecidos el 20 de febrero en el Maidán y estallaron al final de los mítines, cuando la mayor parte de los asistentes de uno y otro lado habían abandonado el lugar. Se llegó a hablar de tres muertos en Donetsk. La Policía practicó cuatro detenciones. A los activistas prorrusos más agresivos ya los llaman los «turistas de Putin», porque llegan al país procedentes de Rusia con el objetivo declarado de pasar unas «vacaciones» y se dedican a organizar desórdenes y alborotos.

A las acusaciones rusas sobre los sucesos de Donetsk y las amenazas de intervención militar respondió el Ministerio de Exteriores ucraniano calificándolos de «irresponsables». El portavoz de Exteriores ucraniano, Evgueni Perebeinis, llamó a «detener la escalada de tensión». El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, manifestó en Londres, tras reunirse con su homólogo estadounidense, John Kerry, que «Rusia no tiene y no puede tener planes de invadir la región sudeste de Ucrania». Pero en Kiev nadie da crédito a sus palabras teniendo en cuenta que él y el presidente ruso, Vládimir Putin, niegan la evidencia constatada de que Crimea está completamente ocupada por tropas rusas. De hecho, el ministro de Defensa, Ígor Teniuj, teme que la invasión en toda regla de Ucrania se inicie desde la península, que ya concentra 22.000 soldados rusos.

El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, declaró ayer a su vuelta de Washington y Nueva York que su país está en negociaciones con el Departamento de Defensa estadounidense y la OTAN para recibir ayuda técnico-militar. El jueves, la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania aprobó la creación de la Guardia Nacional, un cuerpo que se espera que esté constituido sobre todo por voluntarios, muchos de ellos procedentes de los grupos de autodefensa del Maidán, y que podría llegar a contar con 60.000 efectivos.

Rusia acompaña su retórica intimidatoria con exhibiciones de fuerza en maniobras que se multiplican cada día tanto en número de efectivos como en teatros de operaciones. A los ejercicios realizados hace dos semanas en la parte oeste de Rusia y los que acaban de comenzar en las regiones rusas fronterizas con Ucrania de Rostov del Don, Bélgorod y Kursk se unieron ayer pruebas de entrenamiento en el Mediterráneo con utilización de aviones y helicópteros. Vadim Serga, un portavoz de la Armada rusa, informó de que la finalidad de las maniobras, en las que participa el portaaviones 'Almirante Kuznetsov', es pulir las «técnicas de ataque aéreo». Este despliegue parece responder a la aparición en el mar Negro del destructor norteamericano 'USS Truxtun'.

También ayer comenzaron en el Extremo Oriente ruso, en la zona de Primorie, los mayores ejercicios de defensa antiaérea hasta el momento, según el portavoz de esa región militar, Alexánder Gordéyev. Según sus palabras, las prácticas de tiro se hacen sobre maquetas de aviones en vuelo y en las maniobras están presentes unidades del Cáucaso Norte.