Furor en 8 bits
Javier Polo descubre el universo de la 'música chip' en 'Europe in 8 bits', un documental sobre esta nueva corriente musical que crece exponencialmente a escala mundial
MADRIDActualizado:En una época en la que lo 'vintage' se ha instalado como sinónimo de modernidad, quizá no llame tanto la atención descubrir a jóvenes enarbolando una GameBoy en la mano. Cosas de la moda, dirán. Sin embargo, detrás de este canto a la nostalgia, las viejas consolas que causaron furor a principios de los 90 viven una segunda época dorada, eso sí, reconvertidas en potentes herramientas musicales que han generado una nueva corriente con adeptos por toda Europa y que comienza a expandirse por otros continentes. El fenómeno, bautizado como ‘música chip’ o ‘música en 8 Bits’, comenzó a germinar en Estocolmo con el despuntar del nuevo siglo y reivindica la música electrónica inspirada en las consolas de la época. Sin embargo, no se limita a alimentarse de los residuos de la nostalgia, si no que da un paso más allá y reinventa físicamente una tecnología a priori obsoleta. Con resultados extraordinarios.
Siguiendo el rastro, el director Javier Polo descubrió además una auténtica tribu urbana que gana adeptos de forma exponencial incluso fuera de Europa. Habló con ellos, entró en su mundo y logró descifrar un nuevo código alejado del mainstream y el fenómeno de masas, una nueva corriente cuyos miembros no solo están unidos por un estilo musical sino por un sentimiento de identidad común que algunos identifican con el nuevo Punk por los elementos de protesta que incluye. Toda una filosofía que refleja ahora en el documental ‘Europe in 8 bits’, primera película galardonada con el premio VOD de Vimeo, otorgado a películas y documentales novedosos. El premio consiste, fundamentalmente, en dar voz y difusión a su trabajo con un mes de campaña mundial para promocionar su documental, que se puede ver online desde el 1 de marzo hasta hasta el 1 de abril. “Es una gran oportunidad para llegar a más gente”, explica Polo, que logró sacar adelante su obra gracias al esfuerzo, el talento y al crowfunding (financiación colectiva).
En el universo 8 bits, sus adeptos crean música a partir de chips de sonido de consolas y otros aparatos de los años 80 y principios de los 90, como la GameBoy y otras veteranas como la Atari, la Amiga, la Commodore 64 o la NES, que salen de la vitrina de exposición nostálgica para crear un sonido nuevo. Con esos chips de 8 bits, sus fieles trabajan programando un cartucho a través de un software que permite controlarlo, convirtiéndolo en una especie de ordenador casero con posibilidades asombrosas. “La favorita es la GameBoy porque fue la más vendida (200 millones de unidades vendidas en todo el mundo) y la más fácil de encontrar en internet”, señala Polo. Además de a través de la web, los adeptos pueden encontrar consolas antiguas en mercadillos y tiendas, donde además se pueden adquirir a mejor precio puesto que los vendedores desconocen la gran demanda que generan.
El movimiento comenzó a finales de los 90 con algunas publicaciones en internet y gente que comenzó a experimentar, pero fue sobre todo a partir de 2001 cuando la corriente se afianzó como tal. Nacida en el norte de Europa, la web micromusic.net sirvió de punto de partida para extender el fenómeno por todo el mundo en unos años en los que aún no existían redes sociales como Facebook o Twitter. Ahora, apoyados en el poder de convocatoria de estas, proliferan los conciertos en directo organizados por los aficionados, una de las acciones más demandadas. Acompañados por una simple consola, -a veces también apoyada por sintetizadores, modulares y otros aparatos- cualquier adepto se puede animar a experimentar ante sus fieles. Sin embargo, el movimiento también cuenta con sus héroes, reconocidos por la tribu gracias a su pericia con la música chip. “Son eventos con un carácter sano, jovial y muy colaborativo. De hecho las actuaciones suelen ser gratuitas o con entradas muy baratas que apenas cubren los gastos de los músicos”, según explica el director del documental, que viajó por toda Europa -Barcelona, Italia, Alemania, Suecia, Hungría, Inglaterra, Irlanda…- para conocer los sitios donde se organizan festivales de 'música chip' y contactar con los artistas.
"La mayoría son jugadores de videojuegos, pero muchos se han unido a la corriente porque tiene un carácter de protesta, por ir contra lo programado y de la idea instalada de que hay que comprar siempre el último modelo de móvil que ofrece el mercado”. De hecho, uno de los 'leit motiv' del movimiento es su rechazo al consumo descontrolado de tecnología, que contrastan logrando sonidos y herramientas modernas con una tecnología ya obsoleta. “Hay un mensaje claro político y filosófico. Tienen la valentía de ir a contracorriente cogiendo un juguete desfasado y convirtiéndolo en un instrumento para desarrollar su arte. Admiro su descaro, su valentía y su virtuosismo”.