Los pasajeros fantasma no eran terroristas
Interpol confirma que los jóvenes que embarcaron con pasaportes falsos pretendían entrar en Europa de manera ilegal y descarta un atentado
SHANGHÁI. Actualizado: GuardarDelavar Syed Mohammad Reza, de 30 años, y Pouri Nour Mohammad Mehread, de 19. Según la Interpol, estas son las identidades reales de los dos pasajeros que embarcaron en el vuelo MH 370 de Malaysia Airlines la madrugada del sábado con los pasaportes del italiano Luigi Maraldi y al austriaco Christian Kozel. Su presencia había fortalecido la hipótesis de que el Boeing 777-200ER de Malaysia Airlines y las 239 personas que transportaba hubiesen sido víctimas de un atentado terrorista, pero ayer el organismo internacional de Policía, que también hizo públicas las fotografías de ambos hombres, afirmó que es poco probable que su objetivo fuese violento. «No nos consta que tengan vínculos con ninguna organización terrorista», avanzó el inspector jefe de la policía de Malasia, Khalid Abu Bakar, y sus datos no constan en la base de Interpol.
Aparentemente, lo que buscaban los dos iraníes era emigrar de forma ilegal a Europa. La compra de los pasaportes robados en Pattaya, una de las ciudades tailandesas preferidas por las mafias de falsificación de documentos, y la forma en la que adquirieron los billetes de avión parecen corroborar esa teoría de la Interpol. De hecho, según informó ayer la BBC, compraron juntos los pasajes a través de un agente iraní que, cuando los encargó a una agencia de viajes, no pidió un vuelo concreto sino el más barato. Y la casualidad quiso que fuese el MH370. Además, la madre de Mehread esperaba a su hijo en Fráncfort y cabe la posibilidad de que éste fuese a pedir asilo en Alemania. Por lo visto, el uso de pasaportes falsos o robados es mucho más habitual de lo que debería, e Interpol reconoce que muchos controles aeroportuarios son ineficaces.
Con esta nueva información pierde algo de fuerza la hipótesis del atentado y se resuelve uno de los muchos misterios que envuelven la desaparición del Boeing 777. Pero el mayor de ellos continúa sin ser desvelado: cuatro días después, no se tiene idea alguna sobre el paradero del aparato. De hecho, ayer, después de que las autoridades militares alertaran de que el avión podría haber girado hacia el oeste y haberse desvanecido sólo una hora después del despegue, el área de búsqueda fue extendida al estrecho de Malaca y a las aguas frente a la costa occidental de Malasia. A pesar de ello, no hubo rastro de restos del avión.
Quizá por eso, la opción de entre las que barajan los investigadores con más adeptos entre el público sigue siendo la del terrorismo: según una encuesta realizada ayer por el periódico de Hong Kong South China Morning Post, el 33% todavía cree que una bomba fue la que hizo desaparecer al aparato sin dejar tiempo al piloto para dar una señal de alerta, frente al 28% que intuye que se desintegró en el aire, la posibilidad que más crece tras los nuevos datos, y el 19% que aún piensa en un secuestro.
«Queremos noticias ya»
La falta de información hace que proliferen también otras teorías. Hay quienes sostienen que el avión pudo incluso llevar a cabo un amerizaje con éxito y hundirse después sin dejar restos flotando. Claro que para eso tendrían que haber fallado tanto los sistemas de comunicación del aparato como las balizas que, tras el impacto, ayudan a localizar las cajas negras. Y, precisamente, el suceso del MH370 ha provocado un importante debate en la industria de la aviación civil, que con cada accidente suele tomar medidas para que no se vuelva a repetir, sobre las cajas negras.
Cada vez son más quienes sostienen que, con la tecnología actual, se deberían diseñar dispositivos que, vía satélite, enviasen la información que recogen sobre el vuelo en tiempo real a un servidor. Si muchas aerolíneas comienzan a ofrecer wi-fi a bordo, los costes de ese enlace con un servidor externo ya no deberían de ser tan altos, y ayudarían sobremanera a encontrar un avión como el de Malaysia Airlines. «Esta es una solución que se tendría que haber adoptado hace tiempo. No podemos permitir que una investigación de gran relevancia esté supeditada a la recuperación de dos grabadoras de datos», opinó ayer el analista de aviación Alan Diehl.
Pero, de momento, los equipos de rescate de los ocho países que participan en el dispositivo de búsqueda tendrán que seguir peinando el sudeste asiático en busca de una aguja en un pajar. Varios satélites se han sumado al trabajo, pero muchos creen que no serán de gran ayuda. Mientras tanto, los familiares de los pasajeros van llegando a Kuala Lumpur, y continúan publicándose los pormenores de la vida de algunos de ellos.
Así, ayer se supo que el indio Muktesh Mukherjee también perdió a su abuelo, un ex ministro del país hindú, en un accidente de aviación ocurrido en 1973 a las afueras de Delhi. «Los milagros suceden. Por eso estamos rezando para que Muktesh vuelva con nosotros», declaró su tío desde Calcuta. Sin duda, la incertidumbre está dañando gravemente a los familiares, para los que la aerolínea ha preparado un nutrido grupo de psicólogos. «Queremos noticias ya», exigía entre lágrimas una mujer en el hotel de Pekín en el que se alojan muchos de ellos.